The Lighthouse, de Robert Eggers.

4/5

Se sabe que Robert Eggers no escatima en su anhelo por exactitud histórica. Es por eso que él mismo ha descrito como algo casi obsesivo que la sublime La bruja, promocionada como un “cuento del folklore de Nueva Inglaterra”, fue una de las experiencias más vívidas y auténticas que el horror nos ha entregado en años. 

Con The Lighthouse, filmada en película de blanco y negro de 35 mm con una relación de aspecto de 1.19:1, Eggers vuelve a remontarse en el tiempo para trasladarnos al siglo 19 y contarnos la retorcida historia de dos cuidadores de un faro que luchan por mantenerse cuerdos en una pequeña isla costera en las afueras de Nueva Inglaterra.

Ephraim Winslow (Robert Pattinson) es un joven que a lo largo de los años se ha ganado la vida aceptando todo trabajo de mano de obra imaginable. La necesidad lo obliga a laburar como el segundo de Thomas Wake (Willem Dafoe), un condescendiente marinero que tiene la tarea de velar por el faro de la remota y desolada isla. Thomas es grosero y abusivo, pero cuando se reserva el acceso al faro, Ephraim se propone a descubrir qué es lo que yace allá arriba.

A partir del primer plano (de hecho, podría decirse que desde los primeros fotogramas en negro) la maestría de Eggers orquestando la atmósfera es evidente. El blanco y negro, el grano del celuloide y el sonido de las bocinas de fondo se compaginan mientras la figura de un bote emerge entre la neblina. Sobre la proa, dos hombres contemplando a la distancia el lugar que será objeto de su deseo y discordia: el faro.

Encasillar a The Lighthouse como película de terror no es una lectura pertinente. No obstante, eso no evita que Eggers juegue con las herramientas que tiene a mano y, por medio del delirio de Ephraim, traiga a la vida, a modo de pesadilla, figuras míticas de alta mar como una sirena y tentáculos gigantes de sólo Dios sabe qué. Eso sin contar la constante referencia a Los pájaros  de Alfred Hitchcock a lo largo de toda la película.

Sumado a los detalles técnicos de filmación, The Lighthouse es como un ejercicio, un ejercicio que funciona. El concepto de dos personajes con personalidades conflictivas atrapados en dimensiones reducidas no es nuevo, pero ciertamente el hecho que Eggers haya decidido filmar en 35 mm refresca, al menos en cuanto a estética, de una forma u otra las cosas.

Dafoe brilla siendo el desagradable Thomas, un explotador que gusta de narrar historias y pasar sus penas a punta de licor adulterado. Pero quien realmente resalta es Pattinson. Aunque se entiende que la psiquis de ambos personajes se ve mermada por quedar varados en la isla por el fuerte oleaje, es a través de la mirada de un delirante Ephraim que vemos todos los horrores a raíz de su obsesión por descubrir lo que Thomas oculta en el faro.

Los que vean The Lighthouse encantados por el magistral trabajo de Eggers en La bruja se van a encontrar con una película que, a pesar de no resultar del todo novedosa en ejecución, es realmente desafiante, sobre todo durante el tramo final.

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