Por Julio Fernando Navas

Del director de dramas donde reina la melancolía como Blue Valentine y Cruce de caminos, llega La luz entre los océanos, la primera transposición cinematográfica de la novela homónima de M.L. Stedman. Tomando en consideración el talento detrás y delante de cámara, el resultado de esta adaptación no podría ser más desalentador.

En teoría, La luz entre los océanos era un film con credenciales para el Óscar, pero lo que nos termina por entregar éste, el cuarto largo del director Derek Ciafrance, es un melodrama digno de la programación de la cadena Lifetime. Michael Fassbender y Alicia Vikander intentan trabajar con lo que tienen en mano en los roles protagónicos, pero el verdadero protagonista y único valor redimible de este desmán es el director de foto Adam Arkapaw.

Después de experimentar traumas durante la Primera Guerra Mundial, Tom Sherbourne (Fassbender) consigue un puesto como el cuidador de un faro en la costa australiana. Durante una visita al poblado local, Tom conoce a Isabel (Vikander), de quien se enamora y se casa algún tiempo después. Cuando Isabel se muda para vivir en la casa del faro junto a Tom, ambos se proponen a formar una familia, pero tres abortos espontáneos truncan sus planes. Un día, un bote llega a la costa con un cadáver y una recién nacida. Desesperada por ser madre, Isabel, frente al rechazo de Tom, se propone a adoptarla como su hija sin saber que su verdadera madre, Hannah (Rachel Weisz), ansía encontrarla.

De entrada, es difícil creer que el guión de esta mediocre adaptación tenga la firma de Ciafrance, también autor de los libretos de los dos filmes que lo dieron a conocer. Los primeros minutos de la película nos dan acceso a la contrariada vida de Tom, un hombre apático que prefiere librar sus conflictos internos lo más alejado que pueda de la sociedad, incluso si es aislándose en una pequeña isla para cuidar un faro.

Si bien la introducción de Tom llama la atención al tratarse de un héroe de guerra que padece de estrés post-traumático, todo se derrumba en cuestión de minutos cuando éste conoce a Isabel, una mujer tan ansiosa por formar una familia que no le importa ser la que propone matrimonio a un hombre que apenas conoce. Y peor aun, como esposos, arrastrarlo a la complicidad de un crimen (el rapto involuntario, si se quiere, de la menor).

Aun cuando Fassbender hace de un sujeto casi impenetrable, la química que sostiene con Vikander (son pareja en la vida real) es palpable. Pero aun teniendo en consideración que los protagónicos están bien, la verdadera estrella de este desastre es Arkapaw. Sus hermosas tomas de los amaneceres y atardeceres australianos hacen que este melodrama al menos sea tolerable para los ojos.

Cínica y calculadora en su pretensión de encrucijada moral, La luz entre los océanos es el punto más bajo en el que hemos encontrado a Ciafrance como escritor y director.

4/10

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