Después de dirigir un thriller de espionaje como Puende de espías, Spielberg pone sus manos sobre Mi buen amigo gigante (“Big Friendly Giant”), adaptación del cuento homónimo del autor Roald Dahl. Ésta adaptación no sólo marca el regreso de su director a las películas de fantasía, sino también la primera vez que trabaja para Walt Disney Pictures, y eso es lo peor. Mi buen amigo gigante tiene la magia de Spielberg por todos lados, pero se percibe como un trabajo que responde a las exigencias de un estudio y no a la visión de su director.

2.5/5

Steven Spielberg es probablemente el único director capaz de dominar cualquier género que le pongan al frente. A lo largo de su ilustre carrera el veterano realizador ha abordado problemáticas serias como esclavitud, racismo, y conflictos diplomáticos. Sin embargo, eso no quiere decir que no se dé libertad para contar historias más ligeras. Tales como las que lo han proclamado como el padre del blockbuster.

Después de dirigir un thriller de espionaje como Puende de espías, Spielberg pone sus manos sobre Mi buen amigo gigante (“Big Friendly Giant”), adaptación del cuento homónimo del autor Roald Dahl. Ésta adaptación no sólo marca el regreso de su director a las películas de fantasía, sino también la primera vez que trabaja para Walt Disney Pictures, y eso es lo peor. Mi buen amigo gigante tiene la magia de Spielberg por todos lados, pero se percibe como un trabajo que responde a las exigencias de un estudio y no a la visión de su director.

Sophie (Ruby Barnhill) es una huérfana con una gran imaginación que vive en un orfanato de Londres. Una noche, exactamente a las 3:00 AM, la cual es conocida como la “hora de las brujas”, encuentra inesperadamente a un gigante (Mark Rylance) fuera de su ventana. Éste procede a raptarla y llevarla consigo a la Tierra de los Gigantes, un lugar alejado de la ciudad donde habitan otros gigantes. Allí, el gigante que va por el nombre “BFG” planea no dejarla escapar para que no pueda revelar su existencia a otros humanos.

Siempre he sostenido que Spielberg es un director prolífico. No hay muchos cineastas capaces de hacer un thriller político de espionaje ambientado durante la Guerra Fría para luego transicionar a una adaptación de un cuento para niños producida por Disney para la familia. Mi buen amigo gigante puede ser un regreso simbólico para Spielberg a sus días de contar historias de niños y mundos de fantasía, pero es un regreso torpe y quizás su primer tropiezo desde El mundo perdido: Parque Jurásico, estrenada en 1997.

Sin lugar a dudas Spielberg sabe dirigir películas que desbordan nostalgia con la capacidad de sobrevivir el paso del tiempo. No por nada volvió a trabajar con la escritora de E.T., Melissa Mathinson, para la elaboración del guión. Pero Mi buen amigo gigante no es E.T..  E.T. es una película que, a pesar de haberse estrenado hace más de tres décadas será recordada como un tributo a la inocencia de la niñez y como uno de los mejores trabajos de su director. Mi buen amigo gigante, en cambio, será recordada como la película más elemental de Spielberg.

Mi buen amigo gigante puede compartir similitudes con E.T., pero a diferencia del clásico estrenado en 1982, es imposible conectarse con Sophie, quien no pasa de ser una huérfana, o con el gigante — pequeño en comparación a los otros gigantes abusivos — del genial Mark Rylance. Nadie duda que Spielberg pueda hacer películas orientadas a la familia. Éstas pueden estar dirigidas a grupos específicos, pero eso no significa que su mensaje tenga que ser mermado para soltar risas, las cuales provienen de lugares impensados (un gigante con impedimento al hablar) tratándose de una película de Spielberg.

Visualmente, Mi buen amigo gigante es una película que desprende magia y una que otra risa culposa. Sin embargo, eso no evita que sea el primer desacierto de Spielberg en casi veinte años.

The BFG - Póster

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