Luego de filmar Billy Lynn’s Long Halftime Walk a 120 fotogramas por segundo, Lee estrenó este año la que indudablemente es la peor película de su filmografía: Proyecto Géminis. Un remedo de ciencia ficción que fácilmente podría llevar el nombre de otro director y no nos daríamos ni cuenta.
Hay que reconocer la audacia de Ang Lee. Desde que el realizador taiwanés adaptó al cine en 2012 la “inadaptable” novela de Yan Martel, La vida de Pi, su carrera cinematográfica ha tomado un rumbo que lo ha alejado del autor que solía ser. El director que nos entregó Secreto en la montaña y El tigre y el dragón parece una sombra de sí mismo.
Luego de filmar Billy Lynn’s Long Halftime Walk a 120 fotogramas por segundo, Lee estrenó este año la que indudablemente es la peor película de su filmografía: Proyecto Géminis. Un remedo de ciencia ficción que fácilmente podría llevar el nombre de otro director y no nos daríamos ni cuenta.
Henry Brogan (Will Smith) es un letal francotirador que trabaja para la DIA (Defense Intelligence Agency). Retirado, Henry recibe la noticia que su último blanco, a quien había asesinado sobre un tren bala pensando que era un terrorista, era inocente. Sin embargo, cuando Clay Varris (Clive Owen), cabeza de una unidad de operaciones especiales conocida como GÉMINIS, descubre que Henry planea indagar en torno al engaño, decide darle caza con un clon suyo más joven llamado “Junior”.
Más allá que la película se haya filmado a 120 fps y que Smith haya sido rejuvenecido digitalmente, no hay ningún hallazgo en Proyecto Géminis. Ninguno.
Lee ya rodó Billy Lynn a una cantidad exagerada de fps y el rejuvenecimiento digital por medio de captura de movimiento y CGI ya se ha visto en otras películas como, para nombrar un ejemplo reciente, El irlandés de Martin Scorsese. Por lo que el hecho que Lee haya decidido poner sus manos sobre un guión que nadie quiso tocar durante veinte años es algo que nos debería atormentar a todos.
Las secuencias de acción desafían tanto a la lógica como las de Rápidos y furiosos, Smith sólo está ahí para cobrar un cheque y de un momento a otro los personajes (entiéndase, Henry y su clon apropiadamente llamado Junior porque, ya saben, es una versión más joven suya) adoptan habilidades sobrehumanas, lo cual no hace ni el más mínimo sentido. Pero eso es algo recurrente en Proyecto Géminis.
Owen da vida a un villano de cartón, B.D. Wong es el relieve cómico y Mary Elizabeth Winstead es como que el casi interés romántico de Henry, pero el guión, en una de sus contadas virtudes, no se compromete del todo con eso.
Para cuando descubrimos que la película gira en torno a un clon con traumas paternales es mejor hacer de cuenta que Proyecto Géminis nunca existió.