Emma., de Autumn de Wilde.

3.5/5

Si fuéramos a descontextualizar Emma. de todo su bagaje histórico, quedaría el esqueleto de una película como muchas otras sobre las desdichas de una adolescente privilegiada que bien podría adaptarse a cualquier periodo o circunstancia social. 

A cargo de la fotógrafa Autumn de Wilde en su debut como realizadora, esta adaptación de la novela homónima de Jane Austen que se publicó hace ya más de doscientos años funciona como un colorido y vigoroso retrato de época, y a pesar que el guión de la novelista Eleanor Catton visita lugares muy comunes de otras comedias románticas, el notable trabajo de Anya Taylor-Joy en el protagónico hacen que las casi dos horas de película sean un completo encanto.

Emma Woodhouse es, de acuerdo a la introducción de la película – misma que presta al pie de la letra de la novela -, “guapa, inteligente y rica”. Una adinerada mujer de 21 años que vive junto a su padre, el Sr. Woodhouse (Bill Nighy), en su enorme y lujosa hacienda. La existencia de Emma, sin embargo, no ha estado sujeta a tantas emociones encontradas como cuando su institutriz consigue marido y se ve obligada buscar otra persona que le haga compañía. Es así que da con Harriet Smith (Mia Goth), una mujer que no está a la par de su estrato social pero a la cual está dispuesta a emparejar. Cuando Harriet deja saber sus sentimientos hacia el único hombre que ha tenido consideración con ella, George Knightley (Johnny Flynn), Emma, que no tiene ningún interés en el casamiento, debe confrontar por primera vez cómo se siente.

Al contrario de otras piezas de época, de Wilde aborda esta adaptación de una forma peculiarmente jovial que no se asemeja, para citar referentes, a la seriedad de Orgullo y prejuicio (Joe Wright, 2005) o a la sátira de La favorita (Yorgos Lanthimos, 2018), con la cual comparte un enorme parecido en la majestuosidad de su diseño de producción.

Anya Taylor-Joy da vida a Emma como una mujer que gusta inconscientemente estar en control de la vida de las personas que la rodean. Una titiritera que jala los hilos bajo la percepción de, al no creer en la institución del matrimonio, pensar que tiene la vida resulta. Es un rol similar al que interpretó en Thoroughbreds (Cory Finley, 2017), solo que sin la frivolidad o el cinismo de aquél personaje.

Casi en misma medida que su condición de adaptación, Emma parece condenada a las convenciones del género romántico. Cuando dije que Emma era como cualquier otra comedia con triángulos amorosos y conflictos muy propios del melodrama, es porque lo es. La diferencia es que todos están bajo trapos bien confeccionados que no hacen otra cosa sino trasladarnos a otra época. Pero la sensación sigue siendo la misma. Y eso es tanto una virtud como un desperfecto.

Emma podrá pecar por llevarnos por un camino bastante conocido, pero como dicen, lo que importa es el viaje, no el destino.

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