Red Sonja, de M.J. Bassett

Para todo el fervor que rara vez el cine de superhéroes (aún) despierta unas dos veces al año, las bien llamadas épicas de espadas y sandalias, como el western, han quedado condenadas como reliquias por la inclemente indiferencia del inconsciente colectivo. Tanto remakes (Furia de los titanes) como adaptaciones de mitos (Dioses de Egipto) o novelas (John Carter: entre dos mundos) han recorrido las salas con más pena que gloria. Porque cómo olvidar a Alex Proyas despotricando contra la crítica frente a la abismal respuesta de su fallida – y horriblemente computarizada – visión del antiguo Egipto.

Sin un público al que servir asoma en nuestro radar Red Sonja, segunda adaptación a la pantalla sobre la curvilínea heroína de los cómics de Marvel, ahora a cargo de M.J. Bassett. La directora británica de títulos como Cazador de demonios: Solomon Kane o Terror en Silent Hill 2: la revelación hace uso de los pocos recursos a mano para orquestar una historia de origen, trillada sí, pero tan grandilocuente – y asombrosamente visceral – como algunos de los despilfarros de estudio ya citados.

Sonja (Matilda Lutz, Venganza del más allá) es una guerrera, la última de su tribu, que vive de la tierra. Mantiene una relación armoniosa con la naturaleza y su fiel caballo. Vívidas pesadillas le recuerdan la matanza que le quitó a su madre y arrasó con Hirkania, una región donde todo solía ser paz. Cuando Sonja se propone a acabar a los bárbaros que desangran el bosque que ella llama hogar (hombres, criaturas, árboles; nada se salva), es capturada por las fuerzas de Dragan (Robert Sheehan), un emperador con un retorcido complejo de superioridad. Cautiva, Sonja deberá liderar un ejército de esclavos desplazados para liberarse y vengar a los caídos.

Lo que diferencia a Red Sonja del resto de entregas situadas en mundos fantásticos de minotauros y cíclopes es el grado de intimidad con la que Bassett filma a nuestra heroína, y la conexión de esta con el mundo terrenal. Lutz, que ya lució sus credenciales en la opera prima de Coralie Fargeat (La sustancia), se ciñe la armadura de Sonja como una guerrera con más sensibilidad que sed de sangre. Y vaya que corre de cara al final.

El guión de Tasha Huo juega con ideas que resaltan el concepto del avance de la civilización en detrimento de la relación del hombre con la tierra (y su Dios), pero lastimosamente no pasa de un mero planteamiento que sirve de bagaje para definir los rasgos del vengativo Dragan.

No es Gladiador y tampoco (a buena hora) hay referencias sobre Conan el bárbaro, pero Red Sonja, aun siguiendo al pie de la letra los tropos de la redención del guerrero elegido, sobresale entre el montón gracias al dedicdo trabajo de Lutz y secuencias de acción que no deben nada a nadie.

Red Sonja se estrenó el 13 de agosto en Estados Unidos. Es distribuida por Samuel Goldwyn Films.

 

Samuel Goldwyn Films.

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