Zack Snyder no es ni será Christopher Nolan. No quiero generar ningún tipo de discusión, pero para hablar de los errores de Batman vs. Superman: el origen de la justicia, debo señalar la orientación de DC Films: lo opuesto a Marvel Studios. Ser diferente, sin importar que sea deliberado, no es necesariamente malo, pero Zack Snyder parece desconocer la diferencia entre una película realista y una película oscura. Aclaración: no es lo mismo.
Debo darle crédito a Snyder por Watchmen: los vigilantes, indudablemente, la antítesis que desafía la estructura de la película de superhéroe clásica, pero nuevamente ha probado que es un director que pone la estética y los excesos sobre la sustancia de sus películas. Sumado al flojo guión de la autoría de David S. Goyer (El hombre de acero), El origen de la justicia no hace más que poner otra vez en tela de duda la prolijidad narrativa de su director y el futuro del Universo Extendido de DC.
Zack Snyder no es ni será Christopher Nolan. No quiero generar ningún tipo de discusión, pero para hablar de los errores de Batman vs. Superman: el origen de la justicia, debo señalar la orientación de DC Films: lo opuesto a Marvel Studios. Ser diferente, sin importar que sea deliberado, no es necesariamente malo, pero Zack Snyder parece desconocer la diferencia entre una película realista y una película oscura. Aclaración: no es lo mismo.
Debo darle crédito a Snyder por Watchmen: los vigilantes, indudablemente, la antítesis que desafía la estructura de la película de superhéroe clásica, pero nuevamente ha probado que es un director que pone la estética y los excesos sobre la sustancia de sus películas. Sumado al flojo guión de la autoría de David S. Goyer (El hombre de acero), El origen de la justicia no hace más que poner otra vez en tela de duda la prolijidad narrativa de su director y el futuro del Universo Extendido de DC.
La destrucción y los daños colaterales (entiéndase, miles de víctimas) causados por Superman (Henry Cavill) en Metrópolis durante su enfrentamiento con Zod (Michael Shannon) le han ganado un nuevo enemigo: Bruce Wayne (Ben Affleck), quien abandona su retiro como Batman para planificar una forma de sacar al último hijo de Krypton del panorama. Mientras tanto, el excéntrico multimillonario Lex Luthor (Jesse Eisenberg) pone en marcha un plan para enfrentar a ambos héroes en la pelea más importante de la historia.
Las películas de Christopher Nolan funcionaban dentro de un contexto realista porque los personajes estaban bien trabajados. Claro que es un tanto ridículo creer que pueda haber un vigilante vestido de murciélago resguardando la seguridad de una ciudad, pero dentro del universo establecido por Nolan, lo es. Donde la ambientación de Nolan es realista y madura, en su intento de hacer de El origen de la justicia una película adulta, la dirección de Snyder y el guión de Goyer fracasan construyendo un mundo donde sea creíble ver a Superman dentro de una corte. El origen de la justicia quiere ser penumbrosa y siniestra, pero es una película que se toma tan enserio a sí misma al punto de sentirse como una parodia.
Aprecio cómo Snyder y Goyer abordan la historia, pero no es más que un concepto logrado a medias. En este universo, héroes como Superman no son seres superdotados como capacidades especiales, son dioses. El guión vacila con esto de expandir la mitología superhéroe, pero sólo es un pretexto para trabajar al Lex Luthor de Jesse Eisenberg, cuya única ambición es derribar a Superman enfrentándolo al único mortal con la oportunidad de derrotarlo: Batman. En una película con dos héroes antipáticos, Luthor es el personaje al que más acceso tenemos. Hay compromiso en la caracterización de Eisenberg, pero algunas de sus escenas son ridículas y contradictorias al tono de la película.
Hasta ahora, Superman sigue sin ser el héroe que el mundo necesita. Podrá haber salvado a Metrópolis de Zod, pero fue un problema que él trajo a la Tierra. Su irresponsabilidad trajo una ola de muerte, sin embargo, es visto como una figura divina y aun peor, como un héroe respetado por la ciudad que el mismo destruyó. Cavill hace lo que puede con el pobre rango actoral que tiene, y ni sus escenas con Amy Adams y Diane Lane (la presencia de ambas actrices está de más) ahondan en los conflictos ideológicos del personaje. En cuanto a Superman, no hemos avanzado nada desde El hombre de acero. Y lo peor es que no se la ha dado la oportunidad de redimirse por la destrucción que desató en Metrópolis. Hay escenas fugaces de Superman salvando el día, pero son tan artificiales que son difíciles de creer. Para una película de casi tres horas, El origen de la justicia no sabe organizar sus prioridades.
Ésta se supone que es la continuación de El hombre de acero, pero se siente como una película de Batman con Superman en medio del problema. Ben Affleck se desempeña bien como esta versión grisácea de Bruce Wayne, pero es casi imposible penetrar su duro exterior. El origen de la justicia pone al frente a dos héroes desagradables a quienes es difícil apoyar. El uno está cegado por su sed de venganza y el otro no ha hecho nada para merecer ser el héroe que el mundo necesita. A nadie le gusta un héroe perfecto. Deberían tener defectos, pero el guión de Goyer se va al opuesto extremo.
Esperando alcanzar a su competencia directa, DC ha querido hacer en una película lo que Marvel Studios hizo en casi diez años, y ese es el problema más grande de El origen de la justicia. El film quiere dar pie a establecer el universo de DC forzando subtramas e insertando personajes, lo cual entorpece el ritmo. En su afán de introducir a nuevos héroes, El origen de la justicia desaprovecha la oportunidad de trabajar a la Wonder Woman de Gal Gadot. El personaje tiene poco o nada que decir, y sólo aparece en el último acto para establecer la conexión con la Liga de la Justicia. Tengo problemas con el Superman de Cavill, pero Wonder Woman es el personaje peor escrito de El origen de la justicia.
La participación de Lois Lane y todo el departamento periodístico del Daily Planet no tiene espacio en la película. Snyder y Goyer pretenden que el tono del film sea tan sombrío que cualquier intento de generar humor es corroído. Es más probable que se rían de la caracterización caricaturesca de Eisenberg como Luthor a una de las líneas de Perry White (Laurence Fishburne), el editor del diario y el responsable de sostener el peso del comic relief de la película.
Después de todo, El origen de la justicia es una película de Zack Snyder, y eso nunca es bueno. En el último acto el director le da rienda suelta a sus excesos, y es ahí cuando el film pasa de ser mal escrito a un festín de explosiones de magnitudes enormes cuando nuestros dos “héroes” hacen mancuerna para detener a la malvada invención de Lex: Doomsday.
Snyder es un mal director con buenas intenciones. El origen de la justicia pretende manejar temáticas políticas, mitológicas y religiosas, pero todas las pretensiones de la película son arrojadas a la basura por una trama predecible, un guión flojo, personajes mal escritos, un tono demasiado serio que bordea en lo paródico y un último acto escandaloso y apresurado. Para la próxima, Snyder debe entender que algo oscuro no es precisamente realista.