Estrenada dentro del marco del pasado Festival Internacional de Cine de Toronto, puede que Destrucción sea sistemática en su ejecución, pero Kusama logra que durante dos horas habitemos en la psiquis de una mujer rota dispuesta a hacer lo que sea con tal de atrapar al hombre que arruinó su vida.
En toda su historia, el cine policial nunca ha sido ajeno a las tragedias sobre detectives desgraciados que lo han perdido debido a una investigación que los ha consumido por completo. Sin embargo, la directora Karyn Kusama (Diabólica tentación, La invitación) da un giro a un género predominado por hombres en Destrucción, thriller que consolida el regreso de una Nicole Kidman que vuelve a someterse a una transformación desde su recordado trabajo en Las horas (Stephen Daldry, 2002).
Estrenada dentro del marco del pasado Festival Internacional de Cine de Toronto, puede que Destrucción sea sistemática en ejecución, pero Kusama logra que durante dos horas habitemos dentro de la psiquis de una mujer rota dispuesta a hacer lo que sea con tal de atrapar al hombre que arruinó su vida.
Erin Bell (Kidman) es una agente del Departamento Policial de Los Ángeles que trabaja en cubierto dentro de una pandilla de ladrones de banco. Durante un atraco que sale mal, Silas (Toby Kebbell), el líder de la banda, asesina a Chris (Sebastian Stan), otro agente que estaba en cubierto con quien Erin había creado un vínculo amoroso. Años después del fallido asalto, Silas regresa a la actividad delictiva, por lo que Erin, deteriorada tanto física como psicológicamente, se propone a atraparlo rastreando a todos los miembros de la pandilla.
Destrucción se desarrolla en dos líneas temporales: antes y después del atraco. Las escenas del pasado, es decir, cuando Erin está en cubierto, elevan aún más el fantástico trabajo actoral de Kidman, cuya transformación sólo se podría comparar a la que atravesó Charlize Theron en Monster (Patty Jenkins, 2003).
Tratándose de una película cuyo conflicto yace al rededor de un atraco, Destrucción no propone algo particularmente innovador que la diferencie de otros trabajos que van por la misma línea como The Town, ciudad de ladrones (Ben Affleck, 2010) o Comanchería (Taylor Sheridan, 2016). Sin embargo, una de las virtudes más grandes de la película, además de tener a una mujer en medio de todo el meollo, es el libreto escrito entre Phil Hay y Matt Manfredi, pues al menos Erin no es un ejemplo a seguir pese a estar del lado de la ley. Puede que los personajes principales de Destrucción estén divididos en bandos de policías y ladrones, pero ninguno es precisamente bueno. Ni Erin, tratando de buscar venganza, ni su hija (Jade Pettyjohn) de 15 años con quien intenta reconectarse a lo largo de la película.
Aunque el feroz trabajo de Kidman es algo que no deja de asombrar durante el transcurso del presente, la película se vuelve repetitiva cuando Erin descubre que la única forma de dar con Silas es encontrando a los miembros de la pandilla. Así, Destrucción pendula constantemente entre ambas líneas de tiempo mientras presenciamos el autodestructivo (he aquí el nombre de la película) viaje que Erin emprende con tal de vengar a Chris y salvar lo que queda de relación con su hija.
Destrucción no propone nada novedoso en cuanto al cine policial se refiere, pero el fabuloso trabajo de una casi irreconocible Nicole Kidman hace que este penumbroso e introspectivo viaje dentro de una mujer que no es ni la sombra de lo que era valga la pena.