En primera plana, de Tom McCarthy.
De dirigir uno de los peores bódrios del 2015 — The Cobler, de la productora de Adam Sandler — al mejor drama concientizador del año, la carrera profesional del director Tom McCarthy no pudo haber tomado un giro más radical que éste. Tan digno de un titular en primera plana, aunque no de tanta importancia como en el que gira en torno su nuevo trabajo detrás de cámaras, En primera plana.
Inspirada en la incansable investigación periodística de un grupo de reporteros del Boston Globe, McCarthy ofrece una mirada imparcial a uno de los escándalos de pedofilia más grandes que enfrentó la Iglesia Católica. Para ser un drama periodístico, En primera plana no pretende escandalizar la historia en cuestión, ofreciendo un enfoque honesto y mesurado de un titular que fácilmente pudo haber sido descontextualizado.
A partir de la llegada del nuevo editor en jefe del diario (Liev Schreiber), el equipo Spotlight, encabezado por Walter Robinson (Michael Keaton), se propone a investigar exhaustivamente un caso de pedofilia cuando una columna cubre la noticia de que un cura abusó de un menor a sabiendas de un cardenal que eligió por no castigarlo. Cuando el equipo (Mark Ruffalo, Brian D’ Arcy James, y Rachel McAdams) indaga en la historia, descubre que decenas de menores — en Boston y muchas otras ciudades más — han sufrido abuso sexual aun cuando mandos de la Iglesia estaban al tanto de aquello.
El tema que Spotlight pone sobre la mesa es uno muy delicado. En manos de un director queminportista, el drama hubiese sido una diatriba contra la religión y el Catolicismo. No obstante, el espíritu del guión co-escrito McCarthy y Josh Singer es tan ético y profesional como los personajes de la película.
En primera plana fácilmente pudo haber sido una carta de odio contra una institución que por muchos años permitió con impunidad que miembros de la Iglesia abusen de menores, pero el discurso del drama es tan imparcial que prefiere repartir la culpabilidad a señalar a un sólo responsable. McCarthy pudo haber condenado la hipocresía eclesiástica, pero elige por por ser fiel a los hechos sosteniendo que, desde los curas que abusan hasta los abogados que los defienden y los editores que lo ignoran, todos de algún modo son parte del problema.
Detrás de cámaras, McCarthy denota desinterés en hacer que En primera plana sea un film glamuroso. La fotografía de Masanobu Takayanagi no deslumbra, pero los movimientos y posición de cámara sirven de soporte para no perderle el hilo narrativo a una investigación que pasa por muchos nombres y una cantidad considerable de información.
Al igual que los periodistas en los que el drama gira en torno, McCarthy obra con mucha disciplina y nos entrega una película concisa que, para no alardear, dice mucho. Con destacadas actuaciones de Michael Keaton y especialmente Mark Ruffalo, En primera plana sabe que para contar una buena historia, no necesita satanizarla.