Fitting In, de Molly McGlynn.
Crecer en un mundo en el que las apariencias y el sexo lo son todo puede llegar a ser complicado, ¿pero qué si descubres, en plena adolescencia, que careces de tu órgano reproductor? Esa es la premisa de Fitting In, el segundo largometraje de Molly McGlynn.
Basada en las propias vivencias de la directora canadiense, la película, selección oficial en festivales como TIFF y SXSW, resulta en un genuino retrato sobre la agitada existencia de una adolescente a la que la vida le ha negado el derecho de expresarse sexualmente.
Lindy (Maddie Ziegler, Music, The Fallout) es una muchacha normal de 16 años que, como muchas jóvenes en camino hacia la adultez, fantasea con ese primer encuentro sexual con su novio. La vida como la conoce da un giro radical cuando es diagnosticada con el síndrome MRKH, una condición congénita que, en pocas palabras, la ha dejado sin útero y con una vagina estrecha por la que apenas pasa un consolador. Devastada por la noticia, Lindy emprende un viaje de autoaceptación.
Con los casos de trastorno dismórfico corporal disparándose hacia las nubes (¡Gracias, Instagram!), contar la historia sobre una adolescente al borde de la discapacidad sexual suena como un buen punto de partida, sobre todo si la directora, en el primer acto de la historia, aborda el tema en plan de horror corporal que recuerda bastante a la singular Teeth, película sobre una quinceañera que, al haber nacido cerca de una central nuclear, descubre que desarrolló una vagina dentada. Aunque definitivamente existe cierta comicidad deliberada detrás de la condición de Lindy, McGlynn, al haberlo padecido en carne propia, tiene la sensibilidad suficiente para no rayar en lo ridículo.
El segundo acto, sin embargo, ve a Lindy expandir su círculo en búsqueda de personas que tengan una relación conflictiva con sus cuerpos, y es aquí cuando la película adopta su forma más fresa, por así decirlo, en ruta a una culminación que busca resaltar la importancia del body positivism.
El punto más alto del relato es Ziegler, siempre a la altura de lo que dispongan los acontecimientos, ya sea lidiando con su inmadura y mojigata madre soltera (Emily Hampshire) o navegando las turbulentas aguas de una adolescencia precoz.
Propulsada por el sólido trabajo de Ziegler, para la premisa que se tenía a mano, Fitting In se queda sin ideas a mitad de camino.
Créditos de las imagen: Blue Fox Entertainment.