¿Es posible rememorar cómo era la vida antes que la tecnología se apoderara de ella? ¿Era más fácil establecer vínculos sociales antes que Facebook nos permitiera coleccionar (hasta) 5,000 “amigos”? Formulo estas preguntas porque, en Good Girl Jane, ópera prima de Sarah Elizabeh Mintz, la ambientación lo es todo. Y es que hemos llegado a un punto en el que ver hacia el atrás, incluso si solo son dos décadas, cuando no existían tales cosas como los smartphones, es como presenciar una realidad alterna en analógico.
Estamos en el invierno de 2005 y Jane (Rain Spencer, The Summer I Turned Pretty) es nuestra típica adolescente aislada del mundo: camina encapuchada, recogida de hombros, por los pasillos del instituto y escucha heavy metal mientras huye de cualquier clase de interacción con su hermana (Eloisa Huggins), que simboliza la voz de la razón, y su consternada madre soltera (Andie MacDowell). Su rostro se ilumina ante la idea de una cena con el padre ausente con el que no vive, pero cuando éste vuelve a desaparecer, Jane regresa a una solitud casi que autoimpuesta. Es por una mera casualidad que cruza caminos con una de las estudiantes más populares de su escuela, y es así como queda hipnotizada bajo el hechizo de Jamie (Patrick Gibson), un traficante veinteañero de poca monta tirado a donjuán que la arrastra hacia un espiral de libertinaje y malas decisiones.
A nivel de libreto, Good Girl Jane, basada en el corto homónimo de Mintz, no resulta novedoso en ejecución. Estamos, otra vez, frente a una adolescente alineada, vulnerable e impresionable que deambula sin ningún rumbo en específico, pero por fortuna todo es parte del diseño. ¿Porque quién, a puertas de la adultez, ha tenido claro qué hacer con su vida? Esta existencia (o inexistencia, podríamos decir) sin ningún propósito de la protagonista acentúa esta sensación persistente de que nada ni nadie podrá descarrilarla de este círculo vicioso de consumo que va desde hacer líneas de coca en una fiesta hasta tener sexo en el baño de una gasolinera. Es una degradación gradual.
La película está filmada completamente con cámara en mano. Este recurso bien justificado subraya la poca estabilidad en la vida de Jane, otorga cierto realismo sin llegar a la suciedad estética de obras afines como A los trece (Catherine Hardwicke, 2003) o Kids (Larry Clark, 1995), y se presta de maravilla para las escenas íntimas (y sobran) entre Jane y Jamie.
Spencer, quien se dio a conocer por su trabajo en The Summer I Turned Pretty de Amazon, entrega, me aventuro a decir, una de las mejores interpretaciones del año. Es una actuación visceral y por momentos desgarradora como una adolescente que, sin importar cuanto lo intente, o por cuantas escuelas pase, es incapaz de encontrar su lugar en esta Tierra.
Mintz, sin llegar a un moralismo trivial en plan de… “¡Esto le podría ocurrir a tu hija!”, pone firma a un honesto retrato potenciado por un audaz trabajo fotográfico y el entregado desempeño de Spencer.
Good Girl Jane es distribuida por Tribeca Films y Giant Pictures. Se encuentra disponible en plataformas de Video on Demand desde el pasado 8 de octubre.