Hereje, de Scott Beck y Bryan Woods.
Resulta irónico que los directores de 65, un mal intento de ciencia ficción sobre un piloto que cae a su suerte en un planeta gobernado por dinosaurios, hayan concebido la película con más conciencia religiosa de 2024.
Hereje, o cómo camuflar una master class de teología en la forma de una largometraje de terror psicológico bajo el sello de A24, es de esas películas que tienen portavoces disfrazados de personajes, pero con apenas tres actores y una locación engañosamente espaciosa, Scott Beck y Bryan Woods ponen de cabeza el thriller de invasión casera contando la historia sobre dos jóvenes misioneras que tocan puertas llevando consigo un arma de doble filo: la palabra de Dios.
La Hermana Barnes (Sophie Tatcher, Yellowjackets) y la Hermana Paxton (Chloe East) son dos mormonas que pertenecen a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Una lluviosa tarde reciben la tediosa tarea de ir puerta a puerta con la esperanza de reclutar más feligreses para su doctrina. Es así que llegan al pórtico del Sr. Reed (Hugh Grant), un catedrático retirado que tiene más de un cadáver en su armario.
Con el adoctrinamiento religioso como eje narrativo, el guión de Beck y Woods hace énfasis en la religión como una suerte de publicidad engañosa. No es por nada que la película abre con Barnes y Paxton debatiendo sobre la autenticidad de los condones XL como si se tratara de un mito o alguna leyenda urbana. Esta alusión a que no todo es lo que aparenta (el Sr. Reed un incauto adulto mayor, Monopolio un juego de mesa original o hasta “Creep” siendo de la completa autoría de Radiohead) sustenta el discurso (y lo hay) sobre cómo, primero, una religión es una copia y calca de la otra, y segundo, es una herramienta diseñada para el control de las masas. La postura está evidentemente inclinada hacia una corriente de pensamiento (en esencia, creer o no creer), pero Hereje sí da cierta cabida para el debate.
Afortunadamente, Hereje no está dirigida por Adam McKay (La gran apuesta, o Crisis hipotecaria para dummies), por lo que Beck y Woods no tratan a su público por completos ignorantes en la materia incluso cuando se valen del tan trillado ejemplo de Star Wars para hablar sobre la representación del imaginario religioso a lo largo de las décadas.
El ritmo de Hereje está marcado por los incesantes diálogos que dan vida a todo un cosmos de opiniones y puntos de vista, mientras que la tensión se plasma gracias a la tétrica estética dollhouse que, por ejemplo, vimos en El legado del diablo, y la incomodidad inherente de un adulto mayor hablando sobre poligamia con dos jóvenes mormonas.
Tatcher e East brillan, una como creyente con los pies sobre la tierra y la otra como una mojigata que viste calzones de abuela, mientras que Grant es clase aparte como un lobo vestido de oveja sin credo o buenas intenciones.
Impulsada por la minuciosa atención al detalle, Hereje, así como Speak No Evil en su momento, es un buen recordatorio sobre cómo lo políticamente correcto te puede quitar la vida. Una buena exponente del terror religioso que hace recordar las primeras obras de suspenso del mejor M. Night Shyamalan.
Hereje es distribuida en Ecuador por Venus Films.