A excepción de la notable El luchador (Darren Aronofsky, 2008), la cual retrató con crudeza el drama que se vive fuera de un cuadrilátero, la lucha libre no había tenido otra exponente sobre los altos y bajos de convertirse en un luchador profesional. Y no es que Luchando con mi familia, la nueva propuesta de WWE Studios, se acerque a lo que Aronofsny logró hace más de una década. Pero como una alternativa más ligera para los que no quieran someterse al martirio que atraviesa un luchador profesional en el ocaso de su carrera, no está mal.