Terrifier 3, de Damien Leone.


Desde el giallo de Darío Argento hasta el torture porn revitalizado por franquicias como Juego macabro y Hostel, el cine de explotación se ha instalado entre las corrientes más mainstream del género de terror. Es así como Terrifier 3, una película donde la sangre derramada es tan indispensable en la puesta en escena como cualquier otro elemento del decorado, llega a las salas comerciales de cine de todo el mundo.

Lo singular de este caso es que Terrifier, una franquicia de micropresupuesto que nació allá por el 2016, está concebida para un nicho muy reducido que abarrota las secciones de medianoche de festivales de una curadoría más receptiva hacia obras que fluctúan entre lo morboso, el mal gusto y lo explotativo. Por ende, el sadismo de Art the Clown resultará chocante incluso para quienes disfrutan del intrínseco diseño (y los grotescos desenlaces) de las trampas de Jigsaw.

Cinco años después de los hechos de Terrifier 2, Sienna (Lauren LaVera) y su hermano menor, Jonathan (Elliott Fulman), continúan lidiando con el trauma que Art the Clown (David Howard Thornton) les infringió en Halloween. Sienna recibe el alta de un hospital psiquiátrico para vivir con sus tíos, mientras que Jonathan, con toda las inseguridades de un adolescente de primer año, se abre paso en la Universidad. Al otro lado de la ciudad, Art the Clown, ahora acompañado de una poseída Victoria (Samantha Scaffidi), se preparan para otra matanza en vísperas de Navidad.

A lo largo de los 125 minutos de Terrifier 3 no podía evitar preguntarme si es que es posible contar una historia dentro de una estructura narrativa inconexa que comprende lo que podríamos etiquetar como una estética de la violencia. Cuando al espectador se lo adiestra para esperar únicamente la próxima escena en la que un cuerpo vaya a ser cortado, mutilado, desollado, reventado, desmembrado o profanado de la manera más “creativa” posible, entonces es fácil comprender porque Martin Scorsese comparó las películas de Marvel con parques de diversiones. Lo que está en medio poco importa.

La historia va así: Art the Clown, ahora con una partner in crime que lo asiste en todas sus fechorías en plan Bonnie y Clyde (o hasta Joker y Harley Quinn, si nos mantenemos dentro del aspecto payasesco), se propone a terminar el trabajo que dejó inconcluso. Sienna, recién salidita del psiquiátrico, se medica para lidiar con el trauma y las visiones de su mejor amiga que pereció en la segunda película. Esta tercera entrega adopta ambiciosamente una faceta que va desde lo religioso (una clásica batalla del bien contra el mal) hasta lo fantástico (una heroína con espada en mano y un destino que cumplir), y aunque la trama queda como plato de segunda mesa, Leone algo, algo elabora sobre la “mitología” de esta franquicia. Pero Art, así como sus orígenes, continúan siendo un signo de interrogación.

Es de rescatar la hermosa fotografía en 35 mm (en serio trae a la vida el espíritu de Noche Buena) y lo bien logrado que está el descuartizamiento (literal) que Art libera sobre sus víctimas (ni los niños se salvan), pero entre el fan service, una violencia que insensibiliza desde la primera matanza y hasta la propia duración, Terrifier 3 comprueba que la franquicia ha crecido en un desmedido detrimento de sí misma.

Terrifier 3 es distribuida en Ecuador por Venus Films.

https://www.youtube.com/watch?v=cxTQ3aMYgfUespi

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