Por Julio Fernando Navas
Cuando El proyecto de la bruja de Blair llegó a los cines a finales de la década de los noventa, la película generó el mismo impacto que Holocausto canibal provocó en 1980: las personas daban por hecho que se trataba de algo real. Casi veinte años después del estreno que re-introduciría una nueva forma de hacer cine de horror de bajo presupuesto (found footage) llega su “continuación” de la mano del muy capaz Adam Wingard, La bruja de Blair.
De ninguna manera ésta secuela iba a tener el mismo impacto de la original. Después de ver La bruja de Blair nadie creería que se trata de algo real. Por lo que la forma de Adam Wingard de crear algo “genuino” que pueda igualar el realismo de la primera entrega es dirigiendo quizás uno de los peores found footage que se han visto, lo cual sorprende viniendo del talentoso director detrás de Tú eres el siguiente y The Guest.
Cuando por medio de un vídeo James (James Allen McCune) cree que su hermana, Heather — una de las protagonistas de la primera película —, sigue con vida, se propone a pisar el bosque en el que ella misteriosamente desapareció investigando la leyenda de la bruja de Blair veinte años atrás. Con tres amigos (conveniente, una estudiante de cine) y la ayuda de dos extraños lugareños, James se adentra en el bosque para intentar encontrar a su hermana y obtener más respuestas sobre la presunta bruja.
El proyecto de la bruja de Blair es una de las películas de terror más efectivas de la historia porque no necesita mostrarle nada al espectador para generar terror. La película juega perfectamente con nuestra percepción al hacernos creer que hay una entidad merodeando el bosque, cuando verdaderamente no hay rastro de nada. Si El proyecto de la bruja de Blair fue un ejercicio found footage de horror sugestivo, su secuela directa — ya existe una: El proyecto de la bruja de Blair 2: libro de las sombras, estrenada en el 2000 —, La bruja de Blair, no es más que una simple imitadora que de paso colecciona los clichés más notorios del género.
Sí, La bruja de Blair expande un poco más la mitología sobre la historia de la infame bruja, pero eso no justifica por completo su naturaleza como una secuela. A partir de la llegada de James y sus amigos al bosque, la película sigue el mismo recorrido que la original: los personajes acampan en medio de los árboles, escuchan sonidos extraños durante la noche, encuentran rocas apiladas, ramas en formas macabras fuera de sus tiendas, y pierden la noción de tiempo y espacio. Literalmente, La bruja de Blair es un remake cuadro por cuadro, sólo que sin la escalofriante sensación de que hay algo escondido en el bosque.
Aunque el found footage no solía ser tan repudiado como lo es ahora, La bruja de Blair seguramente no hará cambiar de opinión a nadie. Adam Wingard es un buen director, pero es sorprendente lo poco que contribuye a esta secuela, la cual se resume en un festín de gritos y personajes correteando mientras somos sometidos al peor trabajo de cámara que se ha visto en una película de éstas. Al parecer, entre peor es el trato que se le da a la imagen (la cámara temblorosa encuentra un nuevo significado), mayor es la ilusión de realismo.
La bruja de Blair no sólo fracasa como una continuación, sino también como un found footage en general. En vista de que nadie pidió esta secuela — la primera entrega funciona perfectamente tal y como es —, ya podemos dar por muerta a esta leyenda.