Para un film orientado a una demografía juvenil, Goosebumps, adaptada de los clásicos cuentos del autor R.L. Stine (considerado el Stephen King de la literatura infantil), es artífice de la elaboración de un mundo encantador, repleto, a más no poder, de las invenciones de su creador.
Goosebumps es una nostálgica adaptación con intenciones nobles protagonizada por un Jack Black que jamás pierde una onza de su encanto, pero, a partir de que la trama se pone en marcha, el director Rob Letterman (vuelve a trabajar con Black luego de Gulliver´s Travels) olvida todo lo que hace especial a la película en su primer acto para ofrecer un espectáculo que sin bien entretiene, se siente repetitivo.
Para superar la muerte de su padre, Zack (Dylan Minnette) y su madre Gale (Amy Ryan) abandonan Nueva York para establecerse en la ficticia ciudad de Madison, Delaware. Zack es recibido por Hanna (Odeya Rush), su misteriosa vecina que vive bajo el estricto cuidado de su padre, R.L. Stine (Black). Una noche, Zack escucha gritos que vienen desde la casa de su hostil vecino, por lo que con su amigo Champ (Ryan Lee) se escabullen en ella, donde hayan una colección de cuentos que, de ser abiertos, liberan las criaturas que reposan en su interior. Cuando Slappy (con la voz de Black) es accidentalmente liberado, amenaza con soltar a todas las creaciones de su autor, por lo que con la ayuda de Zack, Champ, y Hanna, Stine deberá reescribir un nuevo cuento para hacer desaparecer a todos los monstruos de su autoría.
No estoy familiarizado con la serie de libros publicados por Stine, pero sí puedo declararme como un (masoquista) fiel espectador de la escalofriante serie emitida en Fox Kids. Para ser una película que por momentos se siente concebida para televisión (de hecho, The Haunting Hour, inspirada en las novelas de Stine, se transmiten por HBO), Goosebumps logra una efectiva mezcla de inocencia colegial y horror juvenil sumada a una serie de sustos previsibles pero bienintencionados que cumplen su cometido, pero no del todo.
La historia es bastante familiar, y en Zack tenemos a un underdog que no sólo lidia con la muerte de su padre, sino también con el hecho que su madre es la rectora de la nueva secundaria a la que asiste. Si Goosebumps tiene una flaqueza, además de sostener el relato sobre sus desalentadores efectos visuales, es su guión. El reparto, encabezado por un Jack Black que sólo necesita de la excentricidad de sus expresiones faciales para ganarse al publico, tiene química, pero el libreto conecta a los personajes de formas tan inverosímiles que son ridículas.
Con Goosebumps, el director Rob Letterman ha creado un divertido parque de atracciones que rinde homenaje a las creaciones de Stine. Desde el Abominable Hombre de las Nieves de Pasadena, hasta un grupo de gnomos y el infaltable Slappy, la película no intenta dejar fuera a ninguna creación del aclamado autor, aun cuando eso significa poner a los personajes en segundo plano para ofrecer un espectáculo divertido con uno que otro susto incluido.
Black está a punto como siempre, pero quien realmente sobresale (y por encima de la storyline entre Zack y Hanna) es Ryan Lee. El joven actor es artífice de gran parte del encanto de una película con un protagonista un tanto flojo en Dylan Minnette. Quizás ambientada para apelar a un publico más joven, por cada risa, Goosebumps tiene un buen susto que ofrecer.
7/10
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