A la par del sensacional trabajo de su director de fotografía, Roger Deakins, Villeneuve no sólo busca ejecutar un profundo estudio de la brutalidad con la que el cartel opera en Juárez, sino también hacer una introspección de las personas que están del bando opuesto. Protagonizada por una indomable Emily Blunt, si algo aprendemos de Sicario, es que en la guerra contra el narcotráfico nadie sale ileso.
“El horror… el horror”, exclama en su lecho de muerte Marlon Brando antes que Apocalipsis ahora difumine a créditos. Con Sicario, su sexto largometraje, el prolijo director detrás de El hombre duplicado y La sospecha, Denis Villeneuve, entrega un notable narco-thriller que supone una exploración de los horrores que ocurren en la frontera que Estados Unidos comparte con México.
A la par del sensacional trabajo de su director de fotografía, Roger Deakins, Villeneuve no sólo busca ejecutar un profundo estudio de la brutalidad con la que el cartel opera en Juárez, sino también hacer una introspección de las personas que están del bando opuesto. Protagonizada por una indomable Emily Blunt, si algo aprendemos de Sicario, es que en la guerra contra el narcotráfico nadie sale ileso.
Una redada en Arizona donde se hayan más de cuarenta cadáveres descompuestos escondidos detrás de paredes de hormigón, hace que Kate Macer (Blunt), una idealista agente del FBI, y su compañero, Reggie (Daniel Kaluuya), sean recomendados por su jefe a Matt Graver (Josh Brolin), un asesor del Departamento de Defensa de los Estados Unidos. Graver recluta a Kate con la idea de atrapar a los hombres responsables de lo ocurrido en Arizona. Con la ayuda de Alejandro Gillick (Benicio del Toro), un silencioso agente, lleva a su equipo a la peligrosa ciudad de Juárez para llevar acabo la extracción de Guillermo, un drug lord que les puede dar la ubicación del líder del cartel al que están cazando.
Villeneuve no tiene concesiones con nadie, y quiere mostrarnos la fealdad de la lucha contra el narcotráfico en todo su obscuro esplendor. Acompañado por el inquietante score de Jóhan Jóhansson, el director ha recreado un mundo ominoso que respira peligrosidad. Lo que sucede en Juárez no le debe nada a zonas de guerra como Siria, porque, excluyendo el extremismo religioso, lo que ocurre en la frontera es muy parecido. Quizás, peor si se considera la delgada línea entre entre las corruptas fuerzas policiales y el cartel.
Si podemos levantar una comparación, Sicario es un cocktail entre Trafico de Steven Soderbergh y La noche más oscura de Kathryn Bigelow. Puede suponerse que Blunt es la única con tiempo en pantalla para desplegar su talento (ofrece un monólogo parecido a lo hecho por Jessica Chastain bajo la dirección de Bigelow), pero del Toro, sin mucho alarde, demuestra sus quilates con una performance contenida donde, a pesar de su inexpresividad, se exhibe como una figura silente de mucho poder.
En el fondo, Sicario no es diferente a otras producciones pseudo-detectivescas. Con Kate tenemos a una protagonista feroz, pero a fin de cuentas, ingenua. Al pensar que aportando su grano de arena puede contribuir en el conflicto fronterizo, aquí es cuando el guión de Taylor Sheridan pretende darnos una lección moral. El mundo es un lugar sucio, y las personas que pretenden limpiarlo no son tan limpias como parecen ser. Para sorpresa de nadie, Kate descubre que atrapar a los malos para hacer del mundo un lugar mejor puede ser una idea inconcebible.
El defecto del guión es sobrecompensado — en el buen sentido de la palabra — por la brillante dirección de Villeneuve, exhibiendo aquí sus dotes como un perfecto arquitecto del buen suspense y orquestando tiroteos intensos y bien logrados. Lo de Deakins ya no es sorpresa. Quizás el mejor director de fotografía trabajando en la actualidad, consigue tomas deslumbrantes, lo cual es complicado tratándose de un lugar con edificaciones despintadas y murales grafiteados como Juárez.
Exceptuando los giros de tuerca del guión, es Villeneuve quien hace de Sicario una experiencia poco placentera, pero digerible. Si con La sospecha ya probó qué tan bueno es manejando el suspense, Sicario le brinda la oportunidad de liberarlo, y al hacerlo, es cuando la película nos pega con toda su intensidad.
Con Blunt y del Toro dándonos lo mejor que pueden ofrecer, y Brolin haciendo inusualmente de comic relief, Sicario es un estudio bien logrado de los terroríficos eventos — y juego de intereses, corrupción, y agendas personales — que ocurren en la frontera. Villeneuve y Deakins se consolidan como una dupla a seguir.