Por Julio Fernando Navas

Estrenada en 2015, Sicario no fue ni un éxito desbordante en taquilla ni la película más laureada del año. Se proyectó en Cannes donde compitió por la Palme d’Or y recibió tres merecidas nominaciones al Óscar, pero ninguna de estas cosas nos llevaron a concluir que Lionsgate tenía planes de una continuación.

La dirección de Denis Villeneuve, los encuadres de Roger Deakins, las composiciones de Johan Jóhannson y en medio el sólido trabajo de Emily Blunt como una mujer en medio de una profesión dominada por hombres hicieron de Sicario uno de los films más irresistibles del 2015, pero todo esto se encuentra ausente en Sicario: El Día del soldado, una innecesaria secuela que carece de personalidad en todos los apartados mencionados. Con el italiano Stefano Solima supliendo a Villeneuve en la silla del director, Día del soldado no es más que un thriller – de esos que ya se han visto por montones – común y corriente. Y eso, considerando el talento que sí regreso (Josh Brolin y Benicio del Toro en los roles protagónicos y Taylor Sheridan a cargo del guión), es una verdadera lastima.

Después de un bombardeo en Kansas que complica aun más la situación fronteriza, la CIA descubre que no sólo se está traficando drogas, sino también personas. Con terroristas entrando a los Estados Unidos por medio de la frontera, la CIA le concede autorización al Especialista Matt Graver (Brolin) para proceder con por lo que se le conoce: medidas extremas. Graver vuelve a reclutar al agente de Operaciones Especiales, Alejandro Gillick (Del toro), para planear el secuestro de Isabela Reyes (Isabela Moner), hija de un notorio narco, y así provocar una guerra entre carteles mexicanos.

Preceder un film como Sicario no era tarea fácil, y sólo basta con ver la primera escena de Día del soldado para saber que, al menos a nivel de encuadres, no estará a la altura de la original. Con Deakins, ahora ganador del Óscar después de 13 nominaciones, colaborando nuevamente con Villeneuve en Blade Runner 2049, Solima trabajó con el polaco Dariusz Wolski (frecuente colaborador de Ridley Scott), pero el resultado no es el mismo. Estéticamente hablando se puede argumentar que Día del soldado “luce” como la secuela de Sicario. Sin embargo, la elección de planos es aburrida, por no decir corriente.

Y ese es el problema más grande de la película. Así como Villeneuve hizo ciencia ficción de autor con La llegada, podríamos decir que le dio el mismo tratamiento a Sicario, un narco-thriller de una factura altísima. Sin un autor como Villeneuve a cargo de la dirección, el resultado es algo como Día del soldado, un película que si bien tiene aciertos y una que otra cosa interesante que decir, nadie hubiese notado su ausencia.

Con Emily Blunt fuera del panorama, todo el foco de atención recae sobre el agradable dúo protagonizado por Del toro y Brolin. Nadie puede discutir que ambos sean personajes planos, pero ninguno es capaz de sostener la película como lo hacía Blunt. Y aunque el background del Gillick de Del toro era bastante interesante, sobre todo por su interés en tomar venganza por lo que había ocurrido con su familia, la película no se hace un favor dándole un arco donde lo vemos volver asumir el rol de una figura paterna.

Quizás lo más valioso de lo que Día del Soldado tiene que hablar es el complejo de la inteligencia antidiplomática de los Estados Unidos de, no sólo financiar una guerra contras las drogas, sino contra todo el mundo. Día del soldado contiene la suficiente acción – las secuencias son buenas, pero ninguna se compara con la escena del puente o la de la redada de la primera película – como para complacer a los que van a buscar eso. En todo lo demás se queda corta a la original.

6.5/10

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