Como una franquicia, Star Wars es más grande que la vida misma. Han pasado diez años desde la atroz Revenge of the Sith, y la espera ha sido recompensada. Aspirar a estar a la altura de la trilogía original es complicado. Nadie dirá que existe algo mejor que The Empire Strike Back, pero Star Wars: The Force Awakens, el séptimo episodio de la saga, es largamente superior a cualquiera de las precuelas. Suena a conformismo, pero eso no le resta ningún mérito a lo que J.J. Abrams ha hecho aquí.
En papel, Abrams no era el director que The Force Awakens necesitaba, era el director que merecía, y es que no había otra persona tan capaz como él para regresar a la franquicia a su gloria. Incluso si eso significa abandonar lo que lo define como un narrador para apegarse al patrón que caracteriza el estilo visual de una película del universo Star Wars.
Tras de la desaparición de Luke Skywalker y la caída del Imperio, la Primera Orden pretende tomar control sobre la galaxia. Poe Dameron (Oscar Isaac), piloto de la resistencia, es capturado por las tropas de Kylo Ren (Adam Driver) mientras intentaba recolectar información para dar con el paradero del último Jedi. Dameron es liberado por Finn (John Boyega), un stormtrooper sublevado. Cuando la nave cae y Finn logra salir con vida, encuentra a Rey (Daisy Ridley), una recolectora que viaja en compañía de BB-8, droide que escapó de la aldea en la que Dameron fue capturado. Cuando ambos son encontrados dentro de la Millenium Falcon por Han Solo (Harrison Ford) y Chewbaca, idean un plan para hallar el fragmento restante del mapa que contiene BB-8 para encontrar a Skywalker y acabar con Snoke (Andy Serkis), el líder supremo de la Primera Orden.
Vale aclarar que eso es básicamente de lo que trata de The Force Awakens. Parece que he revelado una buena porción de información, o que los he ¨spoileado¨, pero Disney fue bastante cautelosa, quizás demasiado, en no revelar algunos de los puntos argumentales más importantes de la película como para darnos una idea de qué iría. Saben que es Star Wars y que sin importar qué, la vamos a ver.
Las películas del universo Star Wars tienen la mala costumbre de no acoger nuevas ideas. Quien la dirija (Abrams no aceptó el cargo de director cuando la productora Kathleen Kennedy se lo propuso la primera vez), tiene que seguir un juego de reglas para ir de acorde con la plantilla pre-establecida. Ejemplo: el arrastre de los créditos iniciales donde se explica el background de la historia, el mismo tipo de transiciones entre escenas, y la misma estructura narrativa que hemos visto una y otra vez.
Romper estas reglas, que pasan más como tales que como decisiones estéticas, significaría injuriar la integridad de una franquicia que las ha repetido por siete películas. Abrams sabe que su influencia dentro del plato tiene límites, y es por eso que su guión, co-escrito con Lawrence Kasdan y Bryan Burk, intenta hacer del universo Star Wars un lugar diferente al que conocemos.
Abrams sabe que hay ciertas cosas con las que no puede entrometerse, porque como dije, Star Wars es más que una serie de películas, novelas o mercancía; para algunos, es una religión. Conociendo las restricciones creativas que Abrams afrontó, es entretenido ver qué tanto pudo haber influido en la dirección The Force Awakens, y sólo con decir que los protagonistas son un actor negro y una mujer, ha triunfado.
Hacer funcionar una película como The Force Awakens es más difícil de lo que parece, aun cuando Abrams hubiese podido usar a las terribles precuelas como sus chivos expiatorios. El séptimo episodio introduce a nuestro nuevo tridente protagónico (Finn, Rey, y Poe Dameron), así como a personajes de antaño como Han Solo, Chewbaca, y Leia, cuyos roles no sólo están diseñados para jugar la carta nostálgica, sino para enriquecer la mitología de un universo que se está expandiendo.
Es bueno ver a The Force Awakens apoyarse sobre una actriz desconocida como Daisy Ridley, pero los motivos de Finn de abandonar las tropas de Kylo Renn se sienten poco elaborados, y es como que si la película esté buscando a su anti-héroe lo más rápido posible. Lo mejor que podemos decir de Poe es que su nombre es genial, y que es un buen piloto, pero es un personaje totalmente plano. Oscar Isaac hace lo que puede con su talento, pero ni el entusiasmo que pone sobre la mesa o la química que sostiene con Boyega hace de Poe un personaje llamativo.
De todos los episodios, The Force Awakens es el más ligero. Adam Driver es un buen actor, pero sin importar qué tan gruesa sea su voz, qué tan oscura sea su vestimenta, o qué tan raro sea su sable, Kylo Ren es lo más oscuro que un villano edulcorado puede ser. Un antagonista flojo, y definitivamente, no el que la franquicia necesita a largo plazo. Aunque con eso ya estamos cubiertos con el Snoke de Serkis.
Ver a Han Solo rencontrarse con Leia vale la pena la entrada al cine, y aun cuando The Force Awakens no apuesta por cosas nuevas (aparte de darle una voz a un stormtrooper negro y tener como protagonista a una recolectora de chatarra espacial), es admirable que, con el poco espacio que tuvo para maniobrar, Abrams haya hecho de este séptimo episodio una aventura entretenida, nostálgica, y algo original.
8/10
https://www.youtube.com/watch?v=SPYCtIqx-KU