Después de acompañar a su señor esposo, Francis Ford Coppola, documentado el proceso de filmación de sus películas a lo largo de su inmortal carrera, la documentalista Eleanor Coppola a sus 81 años se pone detrás de cámaras para su primera ficción con Paris puede esperar. Y vaya que estar en el plato de Apocalipsis ahora – y algunos otros clásicos del legendario cineasta – no sirvió de mucho.

Aun cuando esta comedia con pequeños destellos dramáticos se despliega de forma muy juguetona, en el fondo hay un cinismo que probablemente dice mucho de la vida personal de su directora, ya que a fin de cuentas Paris puede esperar parece el autorretrato de una mujer solitaria y desocupada con tiempo de sobra en Europa.

3/5

Después de acompañar a su señor esposo, Francis Ford Coppola, documentado el proceso de filmación de sus películas a lo largo de su inmortal carrera, la documentalista Eleanor Coppola a sus 81 años se pone detrás de cámaras para su primera ficción con Paris puede esperar. Y vaya que estar en el plato de Apocalipsis ahora – y algunos otros clásicos del legendario cineasta – no sirvió de mucho.

Aun cuando esta comedia con pequeños destellos dramáticos se despliega de forma muy juguetona, en el fondo hay un cinismo que probablemente dice mucho de la vida personal de su directora, ya que a fin de cuentas Paris puede esperar parece el autorretrato de una mujer solitaria y desocupada con tiempo de sobra en Europa.

En Cannes, Anne (Diane Lane) acompaña a su esposo, Michael (Alec Baldwin), un productor de cine, mientras aprovecha el festival para hacer negocios. Cuando su vida profesional se vuelve a interponer sobre su matrimonio, Michael permite que un asociado suyo, Jacques (Arnaud Viard), lleve a Anne del sur de Francia a París. En el trayecto a carro, una relación “insospechada” erosiona entre una mujer casada y un seductor francés a quien no le importaría romper un matrimonio que probablemente ya está roto.

Películas donde las locaciones ocupan casi un rol protagónico suelen carecer de sustancia (en ese aspecto es llamativo cómo se diferencia el cine europeo del que sale del horno de Hollywood), y en ese apartado la ópera prima de Coppola no es la excepción. Sin embargo, lo más preocupante de Paris puede esperar es cómo su directora aborda la problemática de los matrimonios disfuncionales, ya que si tu marido está ocupado trabajando quizás tienes un pase libre para serle infiel. Es un mensaje tan errado como el que la directora Massy Tadjedin quiso esparcir en su fallido drama de historias interconectadas estrenado en 2010, Sólo una noche.

Diane Lane es discreta como una mujer obsesionada con capturar con su cámara fotográfica lo que más pueda de la cultura francesa. Ya sea arte, gastronomía o paisajes, todo pasa a través del lente de su cámara mientras recorre Francia con el sujeto interesado en tener un amorío con ella. Paris puede esperar es como una versión cínica de otra comedia dramática protagonizada por Lane situada en Europa, Bajo el sol de Toscana (Audrey Wells, 2003).

A pesar que en el fondo Paris puede esperar es una película bastante hipócrita, en la superficie es una road movie encantadora medianamente disfrutable donde la puesta en escena es capaz de hacernos olvidar lo que su directora realmente quiere decir.

Eso sí, Paris puede esperar no es algo que se esperaría de un Coppola. Jamás.

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