Ser una hormiga es realmente difícil. Si hay algo que Ant-Man ha probado es que Marvel no necesita de ¨buenos directores¨ para hacer buenas películas. Aunque aún me siento intrigado del tipo de film que Edgar Wright nos hubiese dado (juzgando por su estilo, hubiese sido muy, muy distinto a lo que el estudio nos tiene acostumbrados), debo admitir que el film sobrepasó cualquier expectativa que tenía, y eso es bastante al referirnos de una película del director de comedias románticas mediocres como Viviendo con mi ex y ¡Sí, señor!, pero la fórmula del estudio funciona, y siempre.

De todos los héroes que componen el Universo Cinematográfico de Marvel, Scott Lang debe ser el más defectuoso, y por ende, relacionable. Es como la versión pobre y poco agraciada de Tony Stark. Despojen a Stark su fortuna, encanto, y armadura, y Lang es el resultado. En una industria donde los héroes se caracterizan por sus poderes, o los medios que usan para adquirirlos (una armadura o una sustancia de laboratorio), es refrescante tener a un personaje que busca ser uno no sólo para salvar a terceros, sino también a sí mismo.

3.5/5

Ser una hormiga es realmente difícil. Si hay algo que Ant-Man ha probado es que Marvel no necesita de ¨buenos directores¨ para hacer buenas películas. Aunque aún me siento intrigado del tipo de film que Edgar Wright nos hubiese dado (juzgando por su estilo, hubiese sido muy, muy distinto a lo que el estudio nos tiene acostumbrados), debo admitir que el film sobrepasó cualquier expectativa que tenía, y eso es bastante al referirnos de una película del director de comedias románticas mediocres como Viviendo con mi ex y ¡Sí, señor!, pero la fórmula del estudio funciona, y siempre.

De todos los héroes que componen el Universo Cinematográfico de Marvel, Scott Lang debe ser el más defectuoso, y por ende, relacionable. Es como la versión pobre y poco agraciada de Tony Stark. Despojen a Stark su fortuna, encanto, y armadura, y Lang es el resultado. En una industria donde los héroes se caracterizan por sus poderes, o los medios que usan para adquirirlos (una armadura o una sustancia de laboratorio), es refrescante tener a un personaje que busca ser uno no sólo para salvar a terceros, sino también a sí mismo.

En 1989, Hank Pym (Michael Douglas) abandona S.H.I.E.L.D. cuando pretenden usar su tecnología de encogimiento. Años después, Scott Lang (Paul Rudd) es liberado de prisión, y luego de fracasar con un trabajo fijo por su pasado como convicto, es convencido por su mejor amigo, Luis (Michael Peña), de ser parte de un nuevo atraco. Cuando la casa del trabajo resulta ser la residencia de Pym, Lang no tiene de otra que llevarse el traje de Ant-Man para no quedar con las manos vacías. Sin embargo, Pym ha seguido sus movimientos, y junto a su hija, Hope Van Dyme (Evangeline Lilly), elaboran un plan para detener a Darren Cross (Corey Stoll), quien planea replicar la tecnología del traje de Ant-Man para su armadura bélica, Yellowjacket.

Cuando tu protagonista tiene la habilidad de encogerse al tamaño de una hormiga, las posibilidades no tienen limites, y afortunadamente, el guión co-escrito por Joe Cornish, Adam McKay, Wright, y Rudd, aprovecha las facultades de la tecnología del traje de Ant-Man para hacer del film la entrega más ingeniosa de Marvel hasta ahora.

El guión no opta por ser esquivo de algunos de los clichés más notorios que caracterizan a un drama familiar, y aunque ya hemos visto una y otra vez la historia de la figura paterna tratando de corregir su vida para recuperar a su familia (en este caso, Lang quiere conseguir dinero para pagar la manutención que le debe a su esposa y poder pasar tiempo con su hija, Cassie), respeto a Ant-Man por querer encontrar su identidad dentro del Universo Cinematográfico del estudio. Deliberadamente, Ant-Man es diferente.

Como dije, Scott Lang debe ser el mejor héroe con el que una audiencia puede relacionarse. Él no quiere salvar al mundo, pero el traje representa una segunda oportunidad en un lugar que no está dispuesto a darle oportunidades a personas con un pasado como el suyo. Sin embargo, el guión olvida darle un motivo real a Lang para ayudar a Pym a robarle el Yellowjacket a Cross, y peor aún, sólo sabemos que Cross es el ¨tipo malo¨ de la película porque replicó la tecnología del traje de Ant-Man. Todo el peso recae sobre el talento de Corey Stoll de exprimir lo que más pueda de un personaje tan pobremente escrito.

Para ser una película de atraco, es fácil seguirle el hilo, aun cuando la narrativa aveces tropieza y se enreda demasiado. En films como Ant-Man, más se disfruta el recorrido que el destino, y con eso quiero decir que es más entretenido ver a Lang practicando su comunicación con las hormigas y probando las funciones del traje que verlo llevando acabo el atraco con la ayuda de su equipo.

Marvel siempre tiene problemas con sus villanos, y Cross no es la excepción, y es que Ant-Man tiene demasiadas subtramas, entre las que están el planeo del atraco, la redención de Lang con su familia, el conflicto entre Pym y su hija, y por último están las motivaciones de Cross, aunque para ser justo, en Ant-Man son los buenos que planean hacer algo contra los malos. Para ser alguien tan ¨perverso¨, Cross es demasiado pasivo. Sólo sabemos que le ha robado la tecnología a Pym y que planea usarla con fines militares, pero eso no hace a un personaje tan temible, ¿verdad?

La película no está repleta de acción, pero cuando la hay, es cuando podemos evidenciar lo ingenioso que es el guión. Las batallas se libran en locaciones microscópicas, pero eso no resta puntos a su magnitud. Ant-Man es un cierre un poco tibio para la Segunda Fase del MCU, pero gracias a un Paul Rudd que siempre cumple y a un guión lleno de ingenio que nunca olvida la humanidad y defectos de su protagonista, sigue con la senda de éxitos del estudio.

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