Insurgente, de Robert Schwentke.

2/5

Para una película que lo que intenta es interpretar el valor de las personas ¨diferentes¨ y la dictadura política, Insurgente no es capaz de sostener tantos temas en una misma discusión. Es una realización ambiciosa con ideas y conceptos interesantes, inclusive más que la decepcionante primera entrega de Neil Burger, pero la omnipresencia de los elementos del género de adaptaciones de novelas para adultos jóvenes siempre retiene cualquier tipo de pretensión que la película tenga. 

Para suplir el vacío en la silla del director dejado por Burger, el alemán Robert Schwentke (‘R.E.D.’) ofrece ideas frescas a una película que siempre está indecisa de lo que quiere ser. Por un minuto, Insurgente parece segura de sí misma, por otro, sabe que su verdadera demografía son los lectores de la novela, y es por eso que el guión estira escenas a más no poder que hacen que la película sufra de una grave carencia de fluidez, producto de su constantemente interrumpido ritmo.

Después del ataque de Jeannine (Kate Winslet) a Abnegación, Tris (Shailene Woodley), Four (Theo James), Caleb (Ansel Elgort) y Peter (Miles Teller) han tomado asilo (¿político?) en Cordialidad, facción liderada por Johanna Reyes (Octavia Spender). En búsqueda de una misteriosa caja que contiene un mensaje de los fundadores de la ciudad, Jeannine envía a Eric (Jai Courtney) y a sus hombres a recuperarla. El único problema es que la caja sólo puede ser abierta cuando un — o una — Divergente pase por todas las pruebas de cada una de las cinco facciones, lo que obliga a Jeannine a ir detrás de Tris, Four, y los demás.

Si Insurgente no se hubiese tomado la molestia de explicarnos las mecánicas del mundo de Divergente, es probable es que no le haya podido coger el hilo a ésta continuación. Repasar los sucesos de una película que aún no tiene ni un año de estrenada es reflejo de que están al tanto de lo confusos que son los conceptos que manejan. Ser diferente no tiene nada de malo, ya sea si hablamos de sexo, raza o religión. Esos son los temas que esta franquicia quiere explorar. Las personas diferentes comprenden que son especiales cuando lo escuchan de boca de otras personas. En Insurgente, lo único que tenemos son personas diferentes que escapan de una sociedad que los rechaza y de un gobierno que los quiere muertos por el hecho de ser ¨distintos¨. Ni Tris, ni Four tienen las características para llevar el liderazgo de una rebelión que represente a los que son como ellos. Las motivaciones personales se sienten bastante… personales, cuando no debería ser así al ser un conflicto que aqueja a más de un Divergente.

El mensaje de la película que ¨ser diferente no es malo¨ nunca surge efecto cuando los personajes habitan en una ciudad donde son recriminados por ello. Cuando Insurgente va por buen camino, nos detenemos para las escenas devotas al romance entre nuestros protagonistas. Aunque no hay triángulos amorosos, Tris y Four comparten escenas que se extienden más de lo que deberían y que peor aun, no significan nada para la película.

El guión de Brian Duffield, Akiva Goldsman y Mark Bomback tiene más de una inconsistencia argumental. Sabemos que Tris continúa afligida por la muerte de su madre, Natalie (Ashley Judd), ¿pero por qué corta su cabello? ¿Un nuevo comienzo? Eso no lo sabemos. Asímismo, ¿por qué Jeannine proyecta sus discursos políticos en una ciudad tóxica donde nadie habita?

Insurgente frecuentemente se siente como una película vacía sobre una sociedad que se ha acostumbrado a vivir bajo una dictadura extremista. Rescatable es que Winslet parece divertirse interpretando a Jeannine. El guión pierde la oportunidad de explorar la relación de Four y su madre, Evelyn (Naomi Watts), y los crecientes problemas entre Tris y Caleb. No importa con cuánta ambición cualquiera de las entregas sea dirigida, Divergente, como una franquicia, seguirá siendo prisionera de su propia naturaleza.

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