Relic de Natalie Erika James.

3.5/5

Pienso que hay una diferencia entre terror y horror. Terror sería ver a un desconocido en medio de la noche acercarse a ti con un afilado cuchillo de cocina. El horror, en palabras de la directora Natalie Erika James, es ver a un ser querido morir en vida. 

En base a esa vivencia que la realizadora australiana se estrena detrás de cámaras con Relic, un drama con vislumbres de cine gótico y casa embrujada que pone los sustos gratuitos en la cajonera para contar una historia multigeneracional sobre un tipo de horror muy humano.

Kay (Emily Mortimer, El regreso de Mary Poppins), acompañada por su hija Sam (Bella Heathcote, Orgullo, prejuicio y zombies), emprende un viaje hacia las afueras de Melbourne luego de que su madre que sufre demencia, Edna (Robyn Nevin), es reportada como desaparecida. Al llegar a la oscura casa en el bosque, Kay y Sam se sorprenden por el descuidado estado en que Edna vive: las frutas están descompuestas y hay notas adhesivas por doquier que delatan su estado avanzado de alzheimer. Casi tan repentinamente como se desvaneció, Edna regresa, pero no es la misma. Tiene una extraña marca en su pecho y está convencida que hay una presencia en la casa, lo cual también es percibido por Kay y Sam.

Si Relic, estrenada en medio de buenos comentarios en la presente edición de Sundance, es una película que no cede ante las malas costumbres del género es por lo bien que está ambientada. La deteriorada casa, y el pesado ambiente que siente gracias al sólido trabajo del diseño de producción y sonorización, es sólo un fiel reflejo de lo fragmentada que se encuentra la relación entre las tres mujeres.

Kay evidentemente quiere huir de la responsabilidad de cuidar de su madre, pero los silencios incómodos y sus conversaciones que no llegan a nada con Sam profesan que su relación está condenada a pasar por lo mismo, lo cual nos lleva a tocar uno de los temas más grandes de Relic: el olvido.

El olvido no solo es retratado en forma de una enfermedad, que es lo que padece Edna, sino como una acción del abandono. A lo largo de la película Kay tiene sueños de la cabaña aledaña a la casa en la que su padre murió abandonado con una condición similar a la de Edna.

Si bien la idea de esta presencia que está impregnada en la casa se queda como un concepto ambiguo, las interpretaciones son múltiples, lo cual enriquece aun más a la historia.

En otra película, la casa, que es donde pasamos casi los noventa minutos de metraje, hubiese sido un parque de diversiones para un director con el único propósito de asustar, pero James, quien co-escribió el guión con Christian White, demuestra madurez haciendo de la casa un escenario que sirve de alegoría no solo de la condición mental de Edna, sino también del deterioro paulatino de esta compleja relación de abuela-madre-hija.

Lo único lamentable es no poder ver Relic en una sala de cine, porque desde casa la experiencia se siente diluida. Aun así, esta ópera prima de James se ve potenciada por uno de los finales más desgarradores que se han visto en algún lanzamiento de terror de los últimos años.

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