Sonríe, de Parker Finn.

3.5/5

Todavía agitados por las secuelas de un encierro que ha afectado de una forma u otra a todos y cada uno de los habitantes del planeta, el bienestar mental nunca antes había sido un tema tan honestamente abordado en una propuesta de terror que tiene una envoltura de cine B.

Es así que en su ópera prima – basada en su laureado corto de 2020, Laura Hasn’t Slept – el director Parker Finn entrega una de las sorpresas más deleitosas del año con Sonríe, una película que si bien toma prestado en tono y trama lo mejor de exponentes recientes del género como Detrás de ti, El legado del diablo y El hombre invisible, posee la singularidad de desenterrar una problemática que habita, como un fantasma entre las cuatro paredes de una casa, en el inconsciente colectivo.

Rose Cotter (Sosie Bacon) es una psiquiatra que trabaja atendiendo pacientes mentales en una clínica especializada. Un día, durante una de sus sesiones, una estudiante recientemente internada por un cuadro de paranoia se suicida, con una malévola sonrisa, cortando su garganta. A partir de este incidente, Rose, quien aún lidia con un trauma de su niñez, experimenta sucesos paranormales en su hogar y pronto descubre que es parte de una gran cadena que conecta a otra personas que se han suicidado inexplicablemente. Ignorada por su prometido (Jessie T. Usher) y su hermana (Gillian Zinser), Rose recurre a su ex, un detective (Kyle Gallner), para descifrar cómo romper la maldición antes que cobre con su vida.

Aunque en una primera instancia puede que el parecido con Detrás de ti resulte hasta paródico, Sonríe brilla por su simplicidad. Aquí, una sonrisa de oreja a oreja directo al objetivo de la cámara funciona tan bien, sino mejor, que alguna criatura demoniaca de la factoría de Blumhouse. Claro que la pesada atmósfera está bien lograda gracias una dirección de arte competente, una propuesta de foto que se presta al núcleo psicológico de la narración y un diseño sonoro inquietante. Finn es un buen estudiado de Ari Aster.

Tratándose en esencia de un ejercicio de terror, Sonríe no está absuelta de los sustos orquestados, pero hasta en eso Finn se desempeña bien, manejando con maestría los tiempos antes de hacernos saltar del asiento. O no. Porque el director tiene muy claro que la anticipación suele ser siempre la parte más insoportable.

Por sobre todo, Sonríe funciona porque es una película de terror que, como las mejores exponentes del género, está arraigada en el drama humano. Una potencial alegoría sobre el suicidio y su propagación silenciosa en estos tiempos pandémicos.

Paramount Pictures

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