De Gaysorn Thavat.

3.5/5

Retratar la pobreza, la miseria o la falta de oportunidades sin afectar la integridad de un personaje es una fina cornisa por la cual caminar. Pero en su ópera prima, The Justice of Bunny King, la directora neozelandesa Gaysorn Thavat construye con eficacia y honestidad una denuncia hacia las defectuosas instituciones gubernamentales de su país sin victimizar desmedidamente a quienes llevan el peso de la narración.

Bunny King (Essie Davis, El Babadook) es una mujer que, en pocas palabras, lo ha perdido todo por la injusticia. Libre tras cumplir una condena de tres años por un homicidio en defensa propia, Bunny se gana la vida limpiando parabrisas en los semáforos bajo el nublado cielo neozelandés con la esperanza de comprar una casa para recuperar la custodia de sus dos hijos, obligados a permanecer en un hogar temporal Sin techo propio, no le queda de otra que vivir con su hermana y su novio, quienes han acogido a Tonhya (Thomasin Mackenzie, Viejos, Una noche en Soho), una huérfana que, pronto nos enteramos, también ha sido afectada por un sistema fallido.

Aunque para cuando la película comienza Bunny ya tiene demasiado en su plato, Davis hace que el personaje funcione trayéndolo a la vida como una mujer que está más que dispuesta a jugar con las cartas que le han tocado. Claro que mucho tiene que ver el guión de Sophie Henderson al presentar a Bunny como una madre que, con tal de sacar a sus hijos de un estricto hogar adoptivo, limpia, con un contagioso optimismo, parabrisas a cambio de limosnas.

El guión de Henderson expone múltiples problemáticas sociales, como la crisis hipotecaria, el no siempre ideal acogimiento familiar de menores y hasta la reinserción de personas con un pasado criminal, pero la historia nunca flaquea; de hecho, se ve potenciada cuando la Tonhya de Mackenzie, en su mejor papel desde Sin rastro (Debra Granik, 2018), pone las manos sobre el timón del relato, haciéndola una historia que pasa de realismo social a cine denuncia con aires de Thelma y Louise (Ridley Scott, 1991) y Tarde de perros (Sidney Lumet, 1975).

Ciertamente, para un drama sobre las grietas sistemáticas, The Justice of Bunny King jamás busca nuestra lástima, solo el suficiente grado de empatía hacia personajes que viven invisibilizados en los márgenes socioeconómicos de la sociedad.

La película es distribuida por FilmRise Releasing y ya se encuentra disponible en salas de cine de Estados Unidos. Llega a las plataformas de Video on Demand este 30 de septiembre.

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