Al ser una apasionada por el cine y vivir en la ciudad de Buenos Aires, no pude dejar pasar la oportunidad de viajar cinco horas para llegar al Festival Internacional de Mar del Plata. Este encuentro de cine tiene ya 38 ediciones y es la única muestra de latinoamericano clasificado por la FIAPF como clase A, estando a la altura de festivales como Cannes, Venecia o Berlín.

Pasé solo cuatro días en el festival en los cuales pude ver siete películas de las que voy a hablar, pero primero me parece importante reponer algunas partes de mi experiencia. Sería imposible para mí empezar a hablar de la organización del festival sin mencionar que esta está a cargo del INCAA (Instituto nacional de Cine y Artes Audiovisuales), un organismo público del ministerio de cultura de la nación argentina. En el panorama actual de un país en profunda crisis, y ante la desesperación por el cambio, la situación política ha caído en manos de un presidente electo de ultraderecha que ha amenazado a organismos como el INCAA. Ante estas situaciones, la falta presupuestal del festival fue bastante notoria, pero su presencia política ha sido más fuerte que nunca. 

Esta edición del festival se celebró a los cuarenta años de haber regresado la democracia después de la dictadura y solo semanas antes de las elecciones. Ante el festival ha demostrado un compromiso político, no solo con su temática “cine y democracia”, sino también con sus constantes mensajes presentados antes de cada película que leían… “Cultura, memoria, verdad y justicia”, entre otras cosas. Fue una experiencia extraordinaria estar sentada con un público cuyo compromiso con estos valores lo hacía explotar en aplausos y ovaciones ante estos mensajes de resistencia, y me sentía ante un llamado al público no solo argentino, sino latinoamericano, nuestra historia y nuestras artes. Un recordatorio muy necesario de la potencia del cine más allá del entretenimiento.

Sin más preámbulo, volvemos a las películas. La selección de este año fue muy variada por lo que esta lista será igual.

EL VIENTO QUE ARRASA (2023)
Paula Hernández, Argentina / Uruguay.

(Competencia latinoamericana)

Esta película es una adaptación de una novela del mismo nombre que nos muestra el cotidiano de un pastor que viaja con su hija por Argentina. Su trabajo consiste en  evangelizar, exorcizar y ayudar a comunidades rurales junto a su hija que es su ayudante. Un día, su carro se avería en la carretera y tienen que acudir al único mecánico de la zona que vive con su hijo.

La presentación de esta historia dramática toma elementos del cine de horror que ofrecen a la narrativa una ambigüedad inquietante. Existe a lo largo de la película una sensación de peligro que se avecina y que se construye lentamente en las dinámicas familiares de estos dos padres y de estos dos hijos, forzados a interactuar entre sí.

Al ser una adaptación, la directora Paula Hernández hace un trabajo fantástico en acentuar los elementos metafóricos de las sutilezas literarias por medio de la cinematografía y la luz. Su director de fotografía, Iván Gierasinchuk, resalta su inspiración en cuadros religiosos para lograr, no solo una estética, sino también para complementar los elementos narrativos con la presencia de Dios.

Se exploran temas de la adolescencia, el cuerpo y el deseo de libertad que rompen con el núcleo familiar, en especial con el padre, desde la perspectiva de la hija del pastor. A su vez, reconoce una violencia masculina que se ejerce tanto en la familia, como en la religión y hasta incluso en la evangelización de lo rural.

NO VOY A PEDIRLE A NADIE QUE ME CREA (2023)
Fernando Farías de la Parra, México.

(Competencia internacional)

Esta película es una increíble experiencia del cine mexicano y se encuentra disponible en Netflix Latinoamérica. La historia se plantea desde una pregunta: ¿cuáles son los límites del humor? Esta interrogante se explora a lo largo de una trama altamente inverosímil, ridícula y angustiante que lleva toda situación al extremo casi como una parodia a la cultura latinoamericana frente al mundo.

Su trama, demasiado compleja para explicarla, transita en una delgada línea entre la comedia y el thriller, y lo más impresionante es que logra tomar tropos de cada genero de forma efectiva. Sin duda una película entretenida pero que también tiene un gran estilo para su presentación. Su enfoque a la comedia es cínico y seco, sin duda llegando a los límites del humor, e incluso a veces sobrepasándolos un poco.

Esta película nos inserta en una realidad surrealista demasiado latina que muchas veces camufla la crítica por humor. Su historia es inconclusa, sus personajes nunca conectan efectivamente, los diálogos parecen inconexos y las realidades que retratan difíciles de creer. Sin embargo, deja una sensación amarga y brutalmente seria al final. Una película difícil de olvidar que espero volver a ver pronto.

LA IMAGEN PERMANENTE (2023)
Laura Ferrés, España / Francia.

(Nuevas Autoras)

Una película de amor verdadero con una presentación completamente aromántica. El amor que podemos esperar en esta película es un amor que abandona y que sabe ser abandonado. La presentación narrativa es muy seca, simple y falta de emociones que a veces puede ser difícil de ver porque puede resultar plana y lenta. Sin embargo, es notorio que todas estas son decisiones conscientes de la directora, Laura Ferrés, para hablar de la vida de estas mujeres.

La historia sigue a Carmen, una directoria de castings para comerciales, quien se encuentra con Antonia, una vendedora ambulante de perfumes, que se convierte en su nueva mejor amiga. Las dos mujeres viven solas, desapasionadamente el día a día en una ciudad que se siente extraña y vacía. La forma en que es presentada esta historia nos da la sensación de una disonancia donde las conexiones entre personajes parecen estar imposibilitadas por algo invisible.

Esta película habla de fantasmas, pero no los fantasmas del cine de horror. Los fantasmas en la imagen permanente son imágenes que nos habitan, son memorias que se rehúsan a quedarse en el pasado, son historias que se repiten. Como dice la misma Antonia: “todo lo que hay ya ha pasado”. Esta historia es melancólica y nos invita a movilizar nuestros propios afectos y heridas que no sanan, pero no los resuelve, sino que los deja al descubierto y la vida sigue.

WHERE THE DEVIL ROAMS (2023)
John Adams / Zelda Adams / Toby Poser, Estados Unidos.

(Hora cero)

Los Adams estrena una nueva película de terror gótico. Esta familia, compuesta John Adams (padre), Toby Poser (madre), Zelda y Lulu Adams (hijas), ha trabajado junta en cine de horror en su anterior película, Hellbender, y regresa con una nueva historia acerca de los lazos familiares. Definitivamente un horror distinto al que estamos acostumbrados, comenzando por el hecho de que parte del encanto de los Adams es su estética de bajo presupuesto. Sin embargo, esto no significa que la película se vea mal. Muy por el contrario, la estética se ve elevada en su producción con elementos experimentales y recursivos.

Where the devil roams es la historia de una familia que viaja alrededor del mundo haciendo shows y asesinando a cualquiera que intervenga con sus planes. Una trama muy simple que puede ser categorizada en el género slasher, pero que juega con elementos conceptuales como lo son el cuerpo, la muerte y la familia. Lo que podemos encontrar en esta película, más allá del gore, es una sentida trama de una familia que se ve ante la amenaza de separarse por la muerte de los padres. “Es una película familiar y del amor incondicional”, explica Poser y comenta que la idea proviene de un miedo muy cercano a su familia, ya que sus hijas crecen y ellos envejecen.

El tratamiento que se hace del cuerpo va más allá de solo una carne que cortar o asesinar. El cuerpo se vuelve un territorio complejo, que muta, sangra vida y resiste a la muerte. Sus personajes, a pesar de ser asesinos, tienen un gran corazón y no tienen miedo a expresar su amor. Este amor familiar es lo que los motiva a seguir vivos y juntos así sea en la corrupción del diablo. Una película experimental, pero bastante entretenida que vale la pena verla en grupo.

KINRA (2023)
Marco Panatonic, Perú.

(Competencia internacional)

Marco Panatonic, director peruano, sorprendió al festival estrenando su opera prima que fue reconocida con el premio Astor Piazzolla al mejor largometraje de la competencia internacional. Kinra es una película que se interroga por las raíces, la tierra y el idioma que hemos dejado atrás desde la colonización, la adaptación a la cultura moderna y el arraigamiento a la idea de progreso. Una película hecha desde un marco político decolonial que toma la decisión de ser hablada en quechua y de usar elementos narrativos poco convencionales.

Esta película sigue la historia de un joven que migra desde el campo a la ciudad para estudiar y los cambios culturales con los que tiene que enfrentarse. Esta historia es contada desde la experiencia de su director, quien abandonó su vida de campo. Esta vivencia le ofrece una mirada crítica a la noción de progreso a partir del abandono de lo que los identifica con su cultura. Con el fin de rescatar esto que muchas veces se pierde en este proceso migratorio, Panatonic usa recursos cinematográficos innovadores como la dilatación del tiempo y la presencia de los espacios vacíos, logrando un estilo único que él describe como “una búsqueda de cómo nos filmamos a nosotros mismos”.

Kinra es una película que debería ser vista por todos los latinoamericanos para poder interrogar su identidad; una película que rechaza el blanquismo, critica la asimilación cultural y hace un retorno a la tierra materna.

UBU (2023)
Paulo Abreu, Portugal.

(Competencia internacional)

Ubu es una adaptación de una obra de teatro (Ubu roi) que, en mi opinión, se queda corta. Su puesta en escena es bastante fiel a lo que se espera del teatro absurdo, pero en lo que respecta a su presentación estética o narrativa no hay algo que trascienda el formato y justifique su adaptación al cine. Si bien la película es bella gracias a su formato 4:3 y sus escenarios son impresionantes, la presentación se queda plana y su historia no logra conectar con un público de cine. Como obra experimental es interesante y definitivamente llama la atención, pero necesitaba un enfoque más pulido.

LA SOCIEDAD DE LA NIEVE (2023)
Juan Antonio Bayona, España.

(Panorama, Autores y Autoras)

La sociedad de la nieve fue definitivamente una de las películas más esperadas del festival, y la experiencia de verla no decepciona. Una película con un gran presupuesto, distribuida por Netflix, acerca de una tragedia tan familiar para Latinoamérica como lo es el accidente del vuelo uruguayo 571 en la cordillera de los Andes.

A pesar de que esta historia ha sido contada muchas veces, J. A. Bayona pone algo en juego que justifica contarla de nuevo: el manejo de personajes y la sensibilidad de sus relaciones. Resulta que, a pesar de que los efectos especiales y la cinematografía al momento del accidente son increíbles, y a pesar de la crudeza que se demuestra en las situaciones de supervivencia, el principal motivador para contar la historia es la esperanza que sus personajes se rehusan a perder. El director evita caer en cliches del género y trabaja esta tragedia con un inmenso respeto y sensibilidad sin perder la tensión y la amenaza de muerte que asecha constantemente a los sobrevivientes.

Esta película no solo cuenta una historia increíble, sino que también está llena de aspectos técnicos que no pasan desapercibidos a la audiencia. Realmente es un proyecto cuya escala es evidente y que a pesar de las dificultades que presentaba un proyecto semejante pudo reproducir la visión clara de su director. Esto y mucho más son las razones por los cuales Bayona recibió el premio Astor a la trayectoria.

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