Por Julio Fernando Navas
Como genero, la ciencia ficción aún no se ha prestado completamente al cine de autor. Siendo un poco más puntual, la relación entre el cine de autor y el de ciencia ficción sobre invasiones alienígenas es nula. ¿Pero qué pasa cuando un autor pone sus manos sobre una película que trata sobre la llegada de doce naves espaciales al planeta? El resultado es tan maravilloso como La llegada.
Adaptada de la novela Story of Your Life de Ted Chiang, el director detrás de Incendies, Prisioneros y Sicario, Denis Villeneue, anticipa su transición a mundos futuristas (Blade Runner 2049) con una película que mistura perfectamente elementos de cine dramático con ciencia ficción que exige del espectador. La llegada es la mejor película sobre un contacto alienígena desde Encuentros cercanos del tercer tipo.
Louise Banks (Amy Adams), doctora y lingüística, es reclutada por el Coronel GT Webber (Forest Whitaker) para que establezca contacto con doce nave espaciales que misteriosamente se han fijado en varios puntos del planeta. Louise es puesta a trabajar junto a Ian Donnelly (Jeremy Renner), un astrofísico con quien debe descifrar el lenguaje de los seres que han llegado a la Tierra para determinar sus verdaderas intenciones.
Los primeros minutos de La llegada no se diferencia mucho de otras películas de invasiones: naves espaciales llegan al planeta, cunde el pánico, hay desconcierto, una experta es reclutada por el gobierno y no hay respuestas. Pero donde La llegada traza una diferencia es en romper con los convencionalismos que definen a este tipo de películas. La visión de Villeneuve y el libreto de Eric Heisserer abordan la invasión como una oportunidad para explorar temas como la comunicación, el amor, el efecto del tiempo y la diplomacia.
Es facil malinterpretar algo tan único como La llegada por el hecho de que nunca ha habido una película sobre una invasión extraterreste que sea tan minuciosa y pensada en su ejecución. Esto no es Día de la Independencia o El día en que la Tierra se detuvo; aunque la invasión supone una amenaza global (no faltan los disturbios, y quizás sólo en eso pueda parecerse mínimamente a las dos mencionadas), Villeneuve no se plantea un conflicto así para ofrecer una historia sobre el fin del mundo, sino cómo algo que superficialmente lo amenaza es capaz de unirlo.
Los que han seguido la ilustre carrera de Villeneuve (desde su drama francés en blanco y negro, Polytechnique, hasta la excepcional Sicario) saben que el director no sólo ha encontrado un estilo, sino que también lo ha sabido cimentar. Junto a su director de foto, Bradford Young (éste emula bastante bien el magistral trabajo que Roger Deakins hizo en Sicario), Villeneuve compone y captura imágenes de tal forma que es fácil perder el aliento, tanto fuera como dentro de las extrañas naves. Asimismo, el director vuelve a hacer mancuerna con Jóhan Jóhannsson para la composición de un score que complementa la construcción de un escenario donde reina la incertidumbre.
Más allá de las intenciones de los visitantes (el libreto juega mucho con esto), el más grande atractivo de La llegada no sólo yace en Amy Adams ofreciendo una de las mejores actuaciones de su carrera como una experta en lenguas obsesionada por respuestas (Renner la complementa bien), sino en la creación de un lenguaje que es tanto complejo como fascinante. Fácilmente La llegada es la Encuentros cercanos del tercer tipo de esta generación.