Doctor Strange

Por Julio Fernando Navas

Siempre he sostenido que, sin importar su historial previo, cualquier director puede dirigir una buena película para Marvel Studios. Sin embargo, para algunos directores, en este caso Scott Derrickson, los malos hábitos son difíciles de superar, y eso es lo que hace de Doctor Strange una de las entregas más flojas del Universo Cinematográfico de Marvel.

Si todas las películas de Derrickson (The Day the Earth Stood Still, Sinister, Deliver Us From Evil) se parecen en algo es porque el director se queda a medio gas en el último acto, y Doctor Strange no es ninguna excepción. Por si eso no fuera poco, Benedict Cumberbatch no convence como el arrogante y prodigioso neurocirujano transformado en Hechicero Supremo, Stephen Strange. En lo que resulta ser una historia de origen apresurada e inconsistente, con un nuevo villano mediocre (uno más al montón), Doctor Strange es un raro tropiezo para el MCU. 

Stephen Strange (Cumberbatch) es un prodigioso neurocirujano cuya vida da un giro radical cuando sufre un accidente automovilístico. Con sus manos destrozadas y la posibilidad de jamás poder practicar su profesión, Strange agota todo recurso imaginable — rechazando la ayuda de su colega y antigua amante, Christine Palmer (Rachel McAdams), en el proceso — para encontrar una cura. Cuando nada da solución, Strange emprende un viaje hacia las Himalayas para ponerse a disposición de La Ancestral (Tilda Swinton), una hechicera inmortal que lo introduce al mundo de las artes místicas. Con Strange de su lado, La Ancestral espera combatir a Kaecilius (Mads Mikkelsen), un hechicero sublevado obsesionado con la mortalidad que busca invocar al poderoso Dormammu para que traiga consigo la Dimensión Obscura, un lugar donde el tiempo y la muerte no existen.

Doctor Strange

Doctor Strange tiene varios problemas, y casi todos derivan del guión co-escrito entre Derrickson y C. Roger Cargill. Las historias de origen pueden ser aburridas, por no decir sistemáticas (los puntos de parada del camino del héroe), y aparentemente, Derrickson y Cargill están consientes de eso ya que la transición de Strange de arrogante neurocirujano a hechicero engreído es tontamente apresurada.

El guión no sólo acelera el relato – lo único que conocemos de Strange es que es un idiota talentoso —, también sufre de desajustes tonales. La historia de este personaje debería ser trágica, y al comienzo lo es, pero el libreto ahonda muy poco en la vida de Strange cuando está en su punto más bajo: quebrado económica y emocionalmente. Con algunas excepciones (Iron Man 2), el humor nunca había sido un problema dentro del MCU, pero en una película de este carácter se siente forzado, y más aun cuando Cumberbatch no parece acostumbrado a expresarse con humor o sarcasmo. Extrañamente, el humor no pega en Doctor Strange.

Doctor Strange

Los villanos (con muy pocas excepciones, como Loki y Ultron) siempre han sido el Talón de Aquiles dentro del Universo de Marvel, y el Kaecilius de Mads Mikkelsen mantiene viva la tradición. Honestamente, hablar a fondo de este personaje me resulta redundante. ¿Qué no se ha dicho ya de los villanos del MCU? Todos se parecen, tienen motivaciones planas y no pasan de ser antagonistas de turno para mantener ocupado al héroe dueño de la película. Lo único lamentable es que Marvel continúe desperdiciando el talento de buenos actores para personajes que sólo representan una pequeña roca sobre un gran camino.

Visualmente, puede que ver la película sea toda una experiencia colorida y psicodélica (casi todas las escenas deslumbrantes son usadas en el trailer) y que la esplendida banda sonora de Michael Giacchino rompa con la monotonía musical de las demás películas del MCU. Pero entre un protagónico que casi no convence, un villano de cartón, arcos argumentales insultantemente inconclusos (el guión olvida a la Christine de McAdams al final, literalmente), y una batalla final anticlimática (como la de Guardians of the Galaxy), Doctor Strange es una extraña decepción.

5/10

Doctor Strange - Póster

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