Ciertamente de no ser por la susceptibilidad de grupos religiosos o la ridicules de las tramas, las novelas de Brown pasarían por las estanterías sin pena ni gloria. Este año, el director Ron Howard se pone nuevamente detrás de cámaras para dirigir la más reciente novela del autor: Inferno. Aunque esta vez las apuestas son más mesuradas, la nueva aventura de Robert Langdon sufre de un relato intrincado.

Bajo ningún motivo o circunstancia las películas adaptadas de las novelas de Dan Brown deberían ser tomadas en serio. Remontándonos al 2006, El código Da Vinci, la primera transposición de las novelas de Brown llevadas al cine — técnicamente debió haber sido la segunda ya que Ángeles y demonios fue el primer libro de la serie de Robert Landgon publicado por el autor —, levantó controversia por lo que grupos religiosos — puntualmente católicos — consideraron como una historia ofensiva. Sin embargo, hasta el día de hoy no tengo idea qué es más ridículo: o una película que se tomó con tanta seriedad cuando no debía o personas que se ofendieron por una historia que tuvo como protagonista a la última descendiente de Jesús.

Ciertamente de no ser por la susceptibilidad de grupos religiosos o la ridicules de las tramas, las novelas de Brown pasarían por las estanterías sin pena ni gloria. Este año, el director Ron Howard se pone nuevamente detrás de cámaras para dirigir la más reciente novela del autor: Inferno. Aunque esta vez las apuestas son más mesuradas, la nueva aventura de Robert Langdon sufre de un relato intrincado.

En Florencia, Italia, Robert Langdon (Tom Hanks) despierta en un hospital sin ningún recuerdo de lo que le ha pasado. Ahí es tratado por Sienna Brooks (Felicity Jones), una enfermera que desde niña ha estado familiarizada con su trabajo en el campo de la simbología. Cuando una misteriosa mujer intenta raptar a Langdon, Sienna lo ayuda a escapar del hospital. Mientras Langdon intenta recobrar su memoria, con la ayuda de Sienna tendrá que descifrar el plan de Bertrand Zobrist (Ben Foster), un científico que por medio de un virus planea exterminar a parte de la humanidad para acabar con la sobrepoblación.

Claramente las personas que se han ofendido por las novelas de Brown no han visto las películas, porque son tan inofensivamente divertidas. Lo que aprecio de esta trilogía llevada al cine por Ron Howard es que son un híbrido entre películas religiosas y thrillers. Afortunadamente, aunque el guión de David Koepp se enreda demasiado y tiene giros de tuerca que sólo entorpecen aun más el flujo de la historia, la apuesta de Inferno no es tan ridícula como la de sus antecesoras.

El Betrand Zobrist de Ben Foster es un villano caricaturesco. Un científico maquiavélico lo suficientemente estúpido como para proponer en una conferencia la liberación de un virus que aniquile a la mitad de la población. Técnicamente, un genocida anunciándole su plan, inspirado en uno de los cánticos poéticos de Dante, al mundo. Los set pieces no son tan exagerados como los de Ángeles y demonios (¿quién podría recordar y no reír al ver a Ewan McGregor — interpretando a un cardenal de la iglesia católica — volando en un helicóptero sobre el Vaticano y saltando de él en paracaídas para deshacerse de una bomba?), pero el plan de Zobrist, apoyado por algo de lógica, no hace de Inferno siquiera un tanto más cerebral que las otras pasadas entregas. De hecho, narrativamente hablando, ésta es la más pobre de las tres.

Por más sosas que sean estas películas, el verdadero atractivo yace en ver a Tom Hanks (los años ya se le notan durante las escenas de persecución) en piloto automático junto a su acompañante de turno (en este caso, Felicity Jones) cruzando Europa en una carrera contra el tiempo mientras intenta resolver acertijos relacionados al arte para salvar a la humanidad.

Las personas familiarizadas con las películas inspiradas en el material de Brown ya saben qué tipo de película pueden esperar. Demasiado enredada y con uno que otro personaje plano, no esperen que Inferno sea la excepción en una franquicia que se ha caracterizado por ofrecer diversión quemimportista.

Inferno - Póster

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