The Penguins of Madagascar

Por Julio Fernando Navas

No muchas veces nos encontramos con animaciones que poseen personajes secundarios más atractivos y encantadores que los principales. De no ser así, ¿alguna persona asistiría a ver Mi villano favorito si no tuviera a los Minions? La trilogía de Madagascar debe ser una de las peores franquicias animadas que DreamWorks ha producido, pero los Pingüinos, con un reducido tiempo en pantalla y bastante encanto, siempre lograron eclipsar a los aburridos y poco carismáticos animales titulares provenientes de Madagascar que nos hemos visto obligados a seguir por tres películas.

Habiendo entrado en razón, y tras descubrir finalmente que los Pingüinos son material de cine y no sólo de las limitaciones televisivas, los directores Eric Darrell y Simon J. Smith han logrado moldear el film más astuto del universo de Madagascar. Darrell y Smith dirigieron las tres pasadas entregas, por lo que es sorprendente que no hayan sido capaces de destilar el ingenio invertido aquí en la trilogía a la que está ligada este spinoff.

En la Antártida, tres jóvenes pingüinos, Skipper (Tom McGrath), Kowalski (Chris Miller), y Rico (Conrad Vernon), deciden desafiar a la naturaleza y rescatan un pequeño huevo de un barco abandonado acechado por lobos marinos. De dicho huevo nace Cabo (Christopher Knights), a quien deciden hacer parte del equipo y de su pequeña familia. Diez años después, los 4 escapan del circo — luego de los acontecimientos de Madagascar 3: Los fugitivos — para infiltrarse en Fort Knox y conmemorar el cumpleaños del siempre subestimado Cabo. Luego de evadir la seguridad con sus tácticas espías, los pingüinos son confrontados por Dave (John Malkovich), un resentido pulpo que planea transformarlos en monstruos usando una sustancia especial por haber sido ignorado en muchos zoológicos a causa de su encanto.

The Penguins of Madagascar

Es difícil detestar a un personaje antagónico cuando tiene una motivación personal tan universal con la que cualquiera puede relacionarse: el rechazo. Aunque en un principio era la atracción de un acuario, la llegada de los pingüinos dejó en el olvido a Dave en no uno, sino al menos diez zoológicos, motivo por el cual siente la necesidad de quitarles el encanto no sólo a ellos, sino también a todos los pingüinos que habitan en los zoológicos donde él fue ignorado. Lastimosamente, el guión de Michael Colton, John Aboud, y Brandon Sawyer desaprovecha las motivaciones de Dave y lo hacen un villano con pretensiones superficiales.

En el fondo, Pingüinos de Madagascar nos ofrece la corriente historia del personaje débil — en este caso, Cabo — probándole a los demás de qué está hecho, lo cual le resta el elemento sorpresa a la película, ya que cuando empieza el último acto sabemos cómo se desarrollarán los eventos y quién adoptará la función del héroe que salva el día. Sin embargo, eso no le resta nada a una película cargada de risas bien logradas y mucho entretenimiento de primera.

The Penguins of Madagascar

Pingüinos de Madagascar tiene un toque bastante agradable de ser una película, o en este caso en particular, animación de espionaje. Cumple con creces con los elementos del género, y es sorprendente qué tan ingeniosas son algunas de las escenas vistas en la película, lo cual me hace preguntar, ¿cómo estos directores no pudieron brindar el mismo nivel de entretenimiento en alguna de las entregas de Madagascar?

Los pingüinos no son los únicos ¨espías¨ con los que cuenta la película. Para detener a Dave son allegados por Classified (Benedict Cumberbatch) y el grupo de criaturas polares que trabajan para él en su organización. Ninguno de estos personajes le aporta algo al film, especialmente Corporal (Peter Storemare), un oso polar que siente gran fascinación por la lindura de los pingüinos. Honestamente nunca entenderé porqué algunas animaciones (para citar un ejemplo, Frozen y su insoportable hombre de las nieves, Olaf) sienten la necesidad de entorpecerse a sí mismas para agradar a una demografía a la cual ya tienen comiendo de su mano.

The Penguins of Madagascar

Las animaciones tienen la función de llevarnos a lugares mágicos donde no hay cabida para la lógica, pero nunca antes me había topado con una que llegue a desafiar la inteligencia de su audiencia, y esa es Pingüinos de Madagascar. Hay una enorme diferencia entre desafiar e insultar, pero algunas de las situaciones son tan increíbles que aveces son difíciles de creer.

Sorpresivamente, Pingüinos de Madagascar es una entretenida y reconfortante animación que a fin de cuentas termina siendo más astuta de lo que realmente parece ser y muy superior a cualquier entrega de Madagascar.

7.5/10

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