Spy: una espía despistada marca la tercera colaboración entre la conexión Feig-McCarthy, y la fórmula continúa funcionando igual de bien como la primera vez. McCarthy es probablemente la mejor actriz trabajando en comedias hoy en día, pero es dependiente de un buen guión para reflejar aquello, ya que de no ser así, sus personajes en films que han fracasado como Bienvenido a los 40, Ladrona de identidades, ¿Qué pasó ayer? Parte 3 y Tammy son sencillamente intolerables.

3/5

Al igual que Clint Eastwood bajo sus roles de tipo duro y Woody Allen en sus cotidianas comedias románticas, Melissa McCarthy se ha acostumbrado a interpretar a un mismo tipo de personaje… una y otra vez. Desde su revelación en la excelente comedia del 2011, Damas en guerra, McCarthy nos ha agotado con la monotonía de sus personajes, pero bajo la dirección de Paul Feig, su monótona persona siempre funciona. 

Spy: una espía despistada marca la tercera colaboración entre la conexión Feig-McCarthy, y la fórmula continúa funcionando igual de bien como la primera vez. McCarthy es probablemente la mejor actriz trabajando en comedias hoy en día, pero es dependiente de un buen guión para reflejar aquello, ya que de no ser así, sus personajes en films que han fracasado como Bienvenido a los 40Ladrona de identidades, ¿Qué pasó ayer? Parte 3 y Tammy son sencillamente intolerables.

Susan Cooper (McCarthy) es una corriente analista de la CIA, aburrida de su trabajo de escritorio, a quien no le caería mal un poco de acción en su vida. Cuando su compañero de campo, Bradley Fine (Jude Law), es asesinado durante una misión por Rayna Boyanov (Rose Byrne), Cooper se ofrece para trabajar en cubierto e ir tras Boyavov luego de que ella revelara las identidades de todos los agentes de la CIA, y su contacto y principal blanco de la organización, Sergio De Luca (Bobby Cannavale).

Desde el casting de Law hasta los créditos iniciales, Spy: una espía despistada es realmente un tributo a los filmes de espionaje. Si no hay mucha sátira hacia el género como al estilo de Comando especial y su discurso contra los clichés de las películas de acción, Feig se ha asegurado de escribir la antítesis de otro actor que se ha acostumbrado a interpretar un arquetipo durante toda su carrera: Jason Statham.

En Spy, Statham es quien se roba el show y poseedor los mejores one-liners. Si han visto Snatch: cerdos y diamantes (si no lo han hecho, deberían), sabrán que no es tan ajeno a la comedia, pero aun así, cualquier actor que transiciona al género se vería opacado por la veteranía y naturalidad de McCarthy, pero Statham caracteriza a su contraparte perfecta como Rickford, un agente de campo que cree que Cooper va a arruinar la misión por su falta de experiencia. Para cuando Spy va llegando a su final, el chiste del personaje de Statham se cuenta solo, y es lo que le da un enorme plus a la película.

Feig viene de dirigir Chicas armadas y peligrosas, la cual es una mejor película (hay más hermandad y corazón en un film de dos policías que intentan trabajar sin matarse la una a la otra que en una película de espías donde todo gira en torno a mentiras y conspiraciones), pero Spy, al ser su primera entrega dentro del género de espionaje, no está nada mal a pesar de poder notar su indecisión y desprolijidad en la dirección. Al ver el film, es obvio que Feig se las iba arreglando con el avance del rodaje.

Uno de los errores del guión está en darle cuerda suelta a la improvisación de McCarthy. Salirse del guión es muy común en comedias, especialmente en las dirigidas o escritas por alguien como Judd Apatow, pero en Spy, el personaje de McCarthy pierde algo de encanto por no saber cuándo cerrar su boca. El timing es muy importante en una comedia, y el film aveces parece querer jugar con ello. Inferior a sus dos anteriores realizaciones, Spy logra ser una divertida y algo vulgar entrega en el escaso género de comedias de espionaje.

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