Por Julio Fernando Navas

Todos quieren un universo cinematográfico, incluso si es a costa de hacer cine de la forma más cómoda y holgazana posible con tal de crear vínculos donde no los hay. Así nace The Cloverfield Paradox del director Julius Onah, la innecesaria tercera entrega que poco o nada tiene que ver con Cloverfield.

Netflix, aprovechando los lujos que puede darse, reveló el trailer de la película el mismo día de su estreno. Pero lo que comenzó como entusiasmo hacia una nueva película del universo de Cloverfield, pronto, casi en tiempo récord, se convirtió en una completa decepción. The Cloverfield Paradox es lo peor que se ha visto hasta ahora este año.

A causa de una crisis energética, la Tierra se encuentra al borde de una guerra. En el espacio, una estación internacional conformada por un grupo de siete astronautas trabaja en la creación de un acelerador de partículas que le dará al planeta energía infinita. Sin embargo, se cree que el acelerador puede abrir un portal por el cual criaturas de otras dimensiones tendrían acceso a la Tierra. Cuando los miembros de la estación logran poner en marcha el acelerador descubren que el planeta ya no está donde solía. Mientras buscan una forma de regresar extraños sucesos ocurren dentro de la nave.

Obviando el hecho que Cloverfield no necesitaba de ninguna secuela (las teorías que han florecido en Internet a lo largo de los años sobre la llegada de la criatura a Nueva York son más interesantes), el principal problema de The Cloverfield Paradox es que no fue trabajada como una. La película antes se llamaba God Particle y cuando el rodaje terminó se grabaron nuevas escenas – las que toman lugar en la Tierra – para crear una conexión – inexistente, dicho sea de paso – con el notable found footage de Matt Reeves estrenado hace casi una década.

La primera “continuación” de Cloverfield se estrenó hace dos años. Se llamaba Valencia. Luego cambió a The Cellar hasta que decidieron que se llamaría Avenida Cloverfield 10 porque el proyecto compartía similitudes con la película a la que intentarían conectarla. Secuela o no, 10 Cloverfield Lane es un trabajo infinitamente superior a The Cloverfield Paradox porque opera en niveles metafóricos que la película de Netflix desconoce, ya que bajo esa fachada de “secuela” se esconde una película genérica de ciencia ficción en la que el espectador está atrapado con personajes planos que toman decisiones estúpidas.

Si hubo indulgencia hacia 10 Cloverfield Lane en su condición de “secuela” fraudulenta fue porque es una película bien dirigida y mejor aun, espléndidamente actuada. A pesar que el reparto de The Cloverfield Paradox tiene nombres interesantes (desde Daniel Oyelowo hasta Daniel Brühl), la película no sabe qué hacer con ellos, siendo la astronauta de Gugu Mbatha-Raw la excepción al ser el único personaje medio trabajado del guión.

Con otra secuela en camino – y con secuela probablamente se refieren a otra película que pasará por este mismo proceso engañoso donde lo único referente a Cloverfield pasa por el nombre o alguna referencia insignificante –, lo único rescatable de este debacle es que no llegó a los cines.

3/10

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