Nancy Meyers es lo más distinto que la comedia americana puede ofrecer. En sus casi dos décadas trabajando, la directora se ha caracterizado por abandonar paradigmas que componen una comedia de situación. Fuera de la liga de exponentes del humor negro que gustan de calar fondo en los defectos de sus personajes como Alexander Payne y David O. Russell, las comedias de Meyers son a lo mucho simplonas, pero bien intencionadas y edulcoradas.

Pasante de moda, la “secuela” no oficial de El diablo viste a la moda, reúne a Meyers con otro veterano en un carismático Robert De Niro. Si bien es un tanto irritante que un actor de su calibre se preste a ser motivo de risa de una comedia que tiende a contradecirse a sí misma, De Niro es tan agraciado que es imposible no apreciar su trabajo como un viudo inocentón que desea probar su valía como un pasante en una compañía de modas.

3.5/5

Nancy Meyers es lo más distinto que la comedia americana puede ofrecer. En sus casi dos décadas trabajando, la directora se ha caracterizado por abandonar paradigmas que componen una comedia de situación. Fuera de la liga de exponentes del humor negro que gustan de calar fondo en los defectos de sus personajes como Alexander Payne y David O. Russell, las comedias de Meyers son a lo mucho simplonas, pero bien intencionadas y edulcoradas.

Pasante de moda, la “secuela” no oficial de El diablo viste a la moda, reúne a Meyers con otro veterano en un carismático Robert De Niro. Si bien es un tanto irritante que un actor de su calibre se preste a ser motivo de risa de una comedia que tiende a contradecirse a sí misma, De Niro es tan agraciado que es imposible no apreciar su trabajo como un viudo inocentón que desea probar su valía como un pasante en una compañía de modas.

Ben Whitaker (De Niro) es un viudo de setenta años con tiempo de sobra en sus manos. Para otorgarle sentido a lo que le resta de vida, decide aplicar para una pasantía en una compañía de modas que acepta personas mayores como parte de un programa comunitario. Ben es asignado a ser el pasante de Jules Ostin (Anne Hathaway), la joven fundadora de la compañía. Con el tiempo, Ben se transforma en la figura paterna y voz de la razón del lugar. Probablemente, lo que una complicada workaholic como Jules necesita para balancear su vida.

En esencia, Pasante de moda es una comedia simpática que ofrece una historia de un pez fuera del agua. Y aunque el humor del que la película hace uso está bastante obsoleto — no por eso deja de ser efectivo —, es divertido ver a Ben intentando adaptarse a un mundo moderno que, con el tiempo, se ha desmedido a personas de su edad.

Los que han visto El diablo viste a la moda, también co-protagonizada por Hathaway, podrán notar el parecido entre aquella frívola comedia dramática estrenada hace casi ya diez años y ésta, quizás, enfocada a un publico más adulto como el anterior trabajo de Meyers, Enamorándome de mi ex.

Aquí, los roles se invierten y Hathaway encarna a lo que sería la versión más tratable de la Miranda Pristley de Meryl Streep en El diablo viste a la moda. De Niro adopta el rol de Hathaway como un asistente siempre dispuesto a todo, aun si eso significa tener que hacer de niñero, chófer, y el sujeto que reparte el café. Como lo mencioné en la introducción, es raro ver a De Niro en una faceta tan servicial, pero la adopta con tal pundonor que no queda de otra que disfrutar de la gracia con la que trae a la vida a Ben.

El guión de Meyers lleva a la historia a lugares que ya conocemos, especialmente dentro de comedias que exploran la relación entre padres e hijas (De Niro adopta el rol de la figura paterna que encarrila la estresante vida personal y empresarial de su jefa), pero Pasante de moda cuenta con las suficientes risas (Adam DeVine a punto aquí) y dos actuaciones centrales sólidas para ser una buena propuesta de esas comedias medias subidas de tono.

The Intern - Póster

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