The Wonderful Story of Henry Sugar, de Wes Anderson.
A solo meses de la llegada de Asteroid City (2023), Wes Anderson nos sorprende con su nuevo cortometraje, The Wonderful Story of Henry Sugar (2023), para Netflix. Aparte de su fecha de estreno, este proyecto es peculiar en varios aspectos ya que, no solo es la primera colaboración entre el director y la plataforma, sino que a su vez es un proyecto que utiliza el formato de mediometraje (39 min).
Hay que considerar la tendencia actual de grandes directores (no solo Anderson, pero Pedro Almodóvar, Yorgos Lanthimos o Paul Thomas Anderson) de hacer cortos y mediometrajes como un cambio que han potenciado las plataformas de streaming con la popularización el consumo de series o antologías al estilo Black Mirror o Love, Death and Robots. Las audiencias hoy en día y la gran crisis económica a nivel mundial han cambiado las formas de hacer cine, y estos directores responden con el rescate de un formato que antes ha sido visto solo como una opción limitada del largometraje. Estos realizadores se encuentran explorando las posibilidades únicas que ofrece el formato corto, dándonos proyectos que se liberan de las formas tradicionales de hacer cine. The Wonderful Story of Henry Sugar es una historia que se beneficia de las posibilidades que el mediometraje ofrece al ser una adaptación de un cuento corto del famoso autor Roald Dahl.
Sin mas preámbulo:
En este mediometraje, Anderson surca los límites de su estilo. Al igual que en Asteroid City, The Wonderful Life of Henry Sugar juega con el escenario y lo que hay detrás de él. Sin embargo, esta vez su estilo se radicaliza entre lo que es real y la ficción. La presentación narrativa como una historia dentro de una historia, dentro de una historia. Transita entre la literatura, el teatro y el cine. Es esta presentación la que permite transmitir, más allá del contexto, el elemento fantástico de la ficción, inverosímil, infantil e inconsistente.
Anderson nos entrega una sentida reflexión sobre la espiritualidad, la contemplación y la pregunta por el lugar del yo en el mundo, y cómo ninguna de estas cosas pasan por el saber científico racional. Al igual que Asteroid City, la búsqueda por la verdad de la vida es dejada de lado para dejarse afectar por algo más grande que sí mismo. Este es el camino que recorre Henry Sugar a lo largo de historia.
Henry Sugar (Benedict Cumberbatch) es un hombre rico, vacío y aburrido, aterrado por la contingencia de la vida, que se encuentra ante la posibilidad de aprender técnicas ancestrales de meditación para estafar casinos. Sin embargo, en lugar de encontrar esto se encuentra con la posibilidad de darle algo de sentido de su vacía existencia. La presentación estilística de Anderson cumple la función de comunicar este despertar espiritual de Henry y su reflexión acerca de la identidad y su lugar en el mundo.
Este personaje no es real, su nombre no es Henry Sugar y no importa cuál es su nombre real o si la presentación teatral es una fiel reproducción de su realidad. Henry Sugar renuncia a su nombre, su apellido, su imagen, su dinero y su vida como la conocía para convertirse en un personaje de identidades cambiantes.
Ante la certeza aburrida de saber quién soy o la búsqueda existencial de respuestas y verdades lógicamente comprobables y útiles, Henry rechaza todo esto. Su interés no es científico. No busca entender ni conocer nada, no tiene una finalidad pragmática, solo busca ser. En lugar de optar por una salida que beneficie su ya tan inflada identidad de hombre poderoso y rico, este mediometraje nos invita a pensar acerca de lo que realmente importa en nuestra tan corta existencia. Henry no deja una marca identitaria y benefactora en el mundo. Nadie lo recuerda e incluso en la historia dedicada a su vida no sabemos su nombre. Más bien, Henry hace uso de su ficción de ser para dejar una marca afectiva, y eso es lo que vemos en TWSHS.